jueves, 30 de agosto de 2018

La inmediata posguerra. El Plan Marshall

La recuperación de posguerra de los países que pronto formarían el Mercado Común Europeo está directamente vinculada a la intervención económica y política que para ello pusieron en marcha los Estados Unidos.

Esta actitud fue impulsada por dos razones fundamentales vinculadas a los intereses económicos y políticos norteamericanos. Por una parte, la impresionante capacidad productiva que habían desarrollado, junto a la internacionalización de su economía y finanzas, impulsaban al complejo industrial y bancario de este país a presionar por una política económica expansionista. Por otra, la propagación de una ideología que otorgaba a los Estados Unidos el papel de defensores de las libertades y de la democracia burguesa. En este sentido, para los dirigentes políticos norteamericanos dejar abandonada a su propia suerte a la debilitada Europa equivalía a  dejarla en manos de las presiones populares y bajo la "amenaza" de los movimientos comunistas.

Precisamente, en Francia, el Partido Comunista se convirtió en la principal fuerza electoral en 1946, con el 28 % de los votos. Mientras que en Italia, entre socialistas y comunistas sumaban más del 40 % de los sufragios.

Pero el supuesto más temible para las pretensiones políticas de los Estados Unidos se produjo en 1947 en Grecia, donde la guerrilla popular comunista, organizada durante los años de resistencia al nazismo, continuaba en pie de lucha y había realizado importantes avances. Al mismo tiempo las tensiones en la frontera con Turquía hacían pensar en una pronta intervención militar de los soviéticos.

Estas consideraciones fueron decisivas para que  la administración Truman (sucesor de Roosevelt en la presidencia de los EEUU) accediera a darle apoyo político y financiero a los partidos moderados de Grecia y Turquía. El Congreso aprobó la ayuda económica el 12 de marzo de 1947, el día en que Truman expuso las ideas que justificarían el intervencionismo estadounidense en el exterior durante la denominada "guerra fría".

En 1948 el general Marshall -secretario de Estado- presentó un programa concreto de ayuda a los países europeos, hasta que lograran afianzar su reconstrucción económica y social. Se reconocía que la pobreza, el desempleo, la escasez y el hambre eran factores que no permitían el desarrollo de "instituciones libres", y sí estaban en el origen del totalitarismo.

El 4 de abril de 1948, el presidente Truman aprobó la propuesta de Marshall, con el nombre de European Recovery Plan. La propuesta también iba dirigida a los países que quedaban en la zona de influencia soviética, pero el gobierno comunista de Moscú presionó para que no se la aceptara. También quedó afuera España -aunque sólo al principio- debido a las características fascistas de su sistema político.

Entre 1948 y 1961, el ayuda económica de los Estados Unidos para la reconstrucción de Europa superó los 30 mil millones de dólares, siendo sus principales beneficiarios Gran Bretaña, Francia, Alemania Federal e Italia.

La aplicación del Plan tendría notables consecuencias en la sociedad europea occidental, una de las cuales fue la marginación de los partidos que aspiraban a un cambio revolucionario como medio para solucionar los problemas económicos y sociales del continente. También constituyó un momento excepcional en las relaciones históricas entre Europa y los Estados Unidos.








domingo, 12 de agosto de 2018

Desarrollo del proceso de descolonización

Comenzó en Asia y el mundo islámico (1945-1955), y luego se extendió al África negra (1952-1980). Tuvo diferentes características de acuerdo a las peculiaridades de cada zona y las de la potencia colonizadora


 2.1   EL MOVIMIENTO DESCOLONIZADOR


El orden colonial se quebró primero en Asia. 


En 1950, la independencia de Asia era casi total. Movimientos populares en el Medio Oriente impulsaron insurrecciones como la iraní, que en 1951, con un gobierno de inspiración comunista, nacionalizó el petróleo. El triunfo soviético en la Segunda Guerra Mundial y la cercanía geográfica de la URSS influyeron fuertemente en estos movimientos.


En el territorio de Palestina se generó, a partir de 1947, una situación de conflicto que aún hoy no ha sido resuelta. Las Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina en dos Estado independientes, adjudicándose el 57% del territorio a los judíos y el 43% a los árabes. Un año  después se creó el Estado de Israel y comenzó, al mismo tiempo, la primera de las guerras árabe-israelies.


En el norte de África, zona de población musulmana de dominio francés, se desarrolló la guerra de Argelia, que finalizó con la independencia de la misma en 1962.


Marruecos y Túnez se independizaron de Francia en 1956. Los franceses, en guerra con los argelinos, no podían mantener otro frente, por tanto les concedieron la independencia. 



En 1952 se produjo en Egipto la Revolución de los Oficiales Libres, dirigida por Gamal Abdel Nasser, que nacionalizó el Canal de Suez en 1956. En el África Negra, los movimientos descolonizadores se desarrollaron entre 1952 y 1980.


En los años 60 obtuvieron la independencia las posesiones británicas más extensas del Caribe.


A comienzos de los 60, estaba ya clara la pérdida total de la hegemonía europea en Asia y África. En los años 70 ningún territorio de gran extensión continuaba en manos de los antiguos imperios coloniales.


La era del imperialismo había llegado a su fin.



 2.2   MODELOS DE EMANCIPACIÓN


Diversos factores, como la situación geopolítica de la colonia, la forma en que se había implantado el colonialismo, las influencias recibidas por los movimientos de liberación y la actitud de las metrópolis, determinaron distintas formas de liberación según los países. Así, en Vietnam, Indonesia y Argelia, por ejemplo, la independencia se logró a través de levantamientos armados. En India primaron  las movilizaciones pacifistas de grandes masas, la resistencia pasiva y la desobediencia civil. En Filipinas, en cambio, la emancipación se debió a la decisión de la potencia colonizadora. En África la rebelión se extendió rápidamente. Las potencias europeas se resignaron puesto que eran incapaces, en muchos casos, de defender sus posesiones por la fuerza. La salida a la independencia fue generalmente negociada, salvo en el caso del Congo Belga, donde hubo una larga guerra civil con intervención internacional. En Sudáfrica y Rhodesia, de importante población blanca, la independencia no significó la toma del poder por parte de la población autóctona: esta fue sometida a un duro régimen de segregación racial.

TOMADO DE :
http://sites.google.com/site/elmundoactualhistoria4to/unidades-1/descolonizacion-y-tercer-mundo-2#enlace%20dos

sábado, 11 de agosto de 2018

La descolonización: "el fin de los imperios"

 Se denomina “descolonización” al proceso que a partir de 1940  llevan adelante las naciones africanas y asiáticas para obtener su independencia del dominio directo o indirecto ejercido por las potencias desde el siglo XIX.

 1.1   LA SITUACIÓN COLONIAL

Eric Hobsbawm, en su libro Historia del siglo XX, se expresó en los siguientes términos: “En el curso del siglo XIX un puñado de países –en su mayor parte situados a orillas del Atlántico norte- conquistaron con increíble facilidad el resto del mundo no europeo y, cuando no se molestaron en ocuparlo y gobernarlo, establecieron una superioridad incontestada a través de su sistema económico y social, de su organización y su tecnología. Así pues, la historia del mundo no occidental (o, más exactamente, no noroccidental), durante el siglo XX estuvo determinada por sus relaciones con los países que en el siglo XIX se habían erigido en “los señores de la raza humana”, según palabras del investigador.

Las razones que determinaron esta expansión están vinculadas al desarrollo de la Revolución Industrial y a la consolidación del sistema capitalista.

Los países industrializados necesitaban materias primas baratas y zonas donde invertir los excedentes de capital.

En 1913, las tres cuartas partes de la inversión inglesa en los países del ultramar estaban concentradas en deudas de los Estados: puertos, ferrocarriles y navegación.

Por otra parte, las colonias servían como zonas de colocación de mercadería excedentaria. El mercado europeo no podía absorber todo lo que la pujante industria producía; disminuir la producción implicaba la reducción de la ganancia. La propiedad privada del capital y la obtención del máximo beneficio son dos de los postulados básicos del sistema capitalista que, para sobrevivir, debió recurrir al imperialismo. El capital excedente de las potencias era utilizado para otorgar préstamos a los gobiernos o en la infraestructura necesaria para el mejor aprovechamiento de las riquezas de las colonias o semi-colonias.

Si bien la capacidad de demanda de productos elaborados, por parte de las poblaciones coloniales, era mínima –dado su bajo poder adquisitivo- si se considera solamente a los habitantes de China e India, se encuentra alrededor de 700 millones de probables consumidores. Estos alcanzaron para mantener en funcionamiento a la industria británica de prendas de algodón

Era imprescindible mantener la completa ruralización de las economías dependientes.

El sistema económico estaba basado en un intercambio desigual: las colonias eran productoras de materias primas o alimentos y consumidoras de productos manufacturados. Los sistemas productivos nativos fueron distorsionados, obligando a los habitantes a cultivar aquellos productos que interesaban a la metrópoli. Se estableció el monocultivo, lo que, por una parte, obligó a comprar productos que antes se producían en la zona y, por otra, agotó, por excesiva explotación, las diferentes producciones. La consecuencia inmediata fue el descenso en el nivel de vida.

La distorsión social y cultural fue igualmente importante. Al imponerse el sistema de producción capitalista, se modificaron las formas nativas de trabajo, prevaleciendo el trabajo asalariado, con jornales miserables y las pautas de consumo de Occidente.

Las políticas “modernizadoras que impusieron las potencias determinaron la inclusión de estas zonas de menor desarrollo en la llamada “periferia” del sistema capitalista, lo que trajo como consecuencias el subdesarrollo y la acentuación de la dependencia.

En el plano cultural, se permitieron las creencias y pautas de conducta nacionales, en tanto estas no interfirieran con las necesidades del país dominante. Si , por ejemplo, motivos religiosos prohibían el establecimiento de un aeropuerto en una determinada zona y este era necesario por razones económicas o estratégicas para la potencia, las creencias religiosas eran ignoradas y vulneradas.

Los europeos justificaban la dominación basándose en dos argumentos: la superioridad de la raza blanca y la incapacidad de los indígenas para autogobernarse.

Durante mucho tiempo los nativos, a pesar de pertenecer, en algunos casos, a civilizaciones milenarias con fuertes tradiciones (China, India, por ejemplo), tuvieron un fuerte sentimiento de inferioridad frente al hombre blanco, que aparecía como invencible. Revertir este sentimiento, tomar conciencia de la injusta explotación, reconocerse a sí mismos el derecho a la libertad, fueron los pasos previos y necesarios al comienzo de la lucha por la descolonización.

1.2   RAZONES QUE IMPULSARON EL PROCESO DESCOLONIZADOR

Durante la Primera Guerra Mundial, los estados coloniales se vieron obligados a contribuir con los países europeos en guerra. Tuvieron que enviar soldados y aumentar las obligaciones económicas para con estos.

El colonialismo del siglo XX fue mucho mas férreo que el del siglo XIX. La decadencia económica provocada por la guerra hizo que las potencias europeas aumentaron la presión sobre sus colonias, generándose una situación explosiva de profundo descontento.

Pero fue la Gran Depresión del 29 la que determinó un choque violento entre los intereses de las metrópolis y de sus colonias, que  las primeras hicieron recaer la crisis en las segundas, bajando el precio de las materias primas y no el de los productos manufacturados, como forma de disminuir los efectos negativos de la crisis en sus propios países.

El colonialismo comenzó a ser rechazado incluso por los sectores económicos nativos que en otros tiempos se habían beneficiado con él. Las incipientes burguesías nacionales se volvieron anticolonialistas.

Estos grupos indígenas minoritarios, algunos educados en la propia Europa, habían recibido la influencia de las ideologías occidentales. En primer lugar, del liberalismo, que proclamaba la libertad individual y el derechos de autodeterminación del los pueblos. En segundo lugar, estuvieron también influidos por las corrientes marxistas-leninistas y por la propia Revolución Rusa.

Esto determinó, para las elites coloniales, una toma de conciencia de su situación de inferioridad real y un fuerte deseo de liberarse del yugo colonial.
En muchos casos, los dirigentes de los movimientos descolonizadores fueron miembros de estas elites indígenas, decepcionados de Europa y de lo que de ella se podía esperar. Decidieron volver a sus tradiciones encabezando los movimientos de liberación de sus pueblos.

Es el caso de Gandhi  y Nehru, De Jinnah (jefe de la Liga Musulmana), en india; de Sukarno en Indonesia; de Nkrumah en Costa de Oro. Casi todos ellos estuvieron en las cárceles, conocieron la persecución  y el exilio.

Si se considera que el 90% de la población de India era analfabeta antes de la independencia y que solo medio millón de personas, en un total de 300 millones de habitantes, hablaba ingles, podemos comprender cómo los movimientos anticolonialistas fueron dirigidos por estas minorías educadas.
Pero los más duramente afectados por el colonialismo y en particular por la crisis del 29, fueron los sectores populares. La gran mayoría de la población campesina fue la que más sufrió el descenso de los precios de los productos primarios. La naciente clase obrera, concentrada en algunas ciudades, vio cómo bajaban sus salarios y empeoraba su situación laboral.

A esta situación de empobrecimiento debe agregarse, como otro factor del mismo, el aumento demográfico. Con el colonialismo, las mejoras en los servicios sanitarios y la extensión de las vacunaciones masivas habían disminuido la mortalidad.

La natalidad continuó siendo elevada. La consecuencia de esta situación fue el aumento de la miseria y la marginación.

La conjunción de intereses entre las elites cultas y las masas populares permitió que se iniciara el movimiento descolonizador. Poco podrían haber hecho las primeras sin el apoyo de la gran masa de la población.

El elemento común que unía a unas con otras era su rechazo al racismo y a la explotación impuesta por el hombre blanco. Los movimientos independentistas tuvieron, por tanto, un doble objetivo: reivindicar una identidad nacional (cultural, racial, religiosa) y reclamar el derecho a mejorar su situación económica y social.

A estas causas, que pueden denominarse internas, hay que agregarles razones externas, favorables a la desaparición de los antiguos imperios coloniales.

Las potencias europeas se vieron sensiblemente debilitadas con la Primera Guerra Mundial y la crisis del 29. Esta situación se vio agravada a partir de la Segunda Guerra Mundial.

En 1939 no estaba aún clara la pronta desaparición del orden colonial. Pero en 1943, las potencias del Eje habían avanzado prácticamente en todos los frentes coloniales.  Este acontecimiento, no duradero, dada la derrota posterior del mismo en manos de los aliados (particularmente de Estados Unidos y de la URSS), tuvo una enorme significación psicológica para los pueblos coloniales. Demostró que no era imposible derrotar a los colonialistas, que las antiguas potencias eran débiles y más aún lo iban a ser al término  de la guerra.


Tomado de: http://sites.google.com/site/elmundoactualhistoria4to/unidades-1/descolonizacion-y-tercer-mundo-2#enlace%20uno

martes, 7 de agosto de 2018

El populismo en América Latina

El populismo en Latinoamérica es un tema que ha merecido muchos estudios, especialmente a partir de la década de 1950, básicamente se han ocupado de esto sociólogos y cientistas políticos. Es un tema controvertido y complejo, que recibió infinidad de definiciones y ha sucitado largas polémicas, sin que los especialistas hayan llegado a un acuerdo. El argentino Ernesto Laclau afirma que pocos conceptos han sido más ampliamente usados en el análisis político contemporáneo y, sin embargo, pocos han sido definidos con menos precisión.

Nadie duda de que los estados, movimientos, partidos, líderes e ideologías populistas representan una etapa fundamental de la historia de América Latina y, que la mayoría de las veces estos se relacionan con otros fenómenos fundamentales para la comprensión de la realidad latinoamericana como lo son el nacionalismo económico, el antiimperialismo, la industrialización, la urbanización, las migraciones internas, la emancipación económica o, políticas externas más autónomas. Todos hechos sociales, políticos y económicos que componen la problemática del populismo.

Hay cierta coincidencia en algunos autores en aplicar el concepto «populismo» a diferentes situaciones históricas ocurridas en Latinoamérica. Hay casos en que los líderes populistas alcanzaron el poder, en tanto que en otros jamás llegaron a gobernar, pero si dieron origen a partidos políticos o movimientos populares contestatarios, que tuvieron activa presencia en la vida política de sus países. En general, se denomina populista a los gobiernos de Juan Perón en la Argentina (1946-55), de Getulio Vargas (1930-45/1951-54) y João Goulart (1961-64) en Brasil, de Lázaro Cárdenas (1934-40) en México, de Víctor Paz Estensoro (1952-56/1960-64) y Hernán Siles Suazo (1956-60) en Bolivia, y de José María Velasco Ibarra (1934-35/1944-47/1952-56/1956-61/1968-72) en Ecuador. También son considerados como populistas algunos movimientos políticos como el APRA peruano, liderado por Víctor Haya de la Torre o el Gaitismo colombiano, fundado por Jorge Gaitán.

El populismo según dos cientistas políticos brasileños

Francisco Weffort: Hacia una teoría del populismo

Para este autor el concepto se limitaría a situaciones y realidades muy concretas. El Populismo sería particular de América Latina y se habría dado en el momento histórico determinado por las consecuencias inmediatas de la crisis de los años 30 y la Segunda Guerra Mundial. Es más, propone que más que hablar de un populismo se podría decir que hubo en Latinoamérica tantos populismos como situaciones particulares, es decir que no habría un concepto, sino tantos como movimientos políticos merezcan esta caracterización.

Pero ¿qué es el populismo? Weffort al estudiar el «varguismo» en Brasil, afirma que el populismo surgió debido a la larga etapa de transformaciones por que pasa la sociedad brasileña desde 1930. Es un estilo de gobierno, siempre sensible a las presiones populares, y una política de masas, que buscaba conducirlas manipulando sus aspiraciones.  Lo coloca como consecuencia lógica de la crisis de la oligarquía brasileña (la clase alta vinculada a los negocios agrarios y a los inversores extranjeros) y del liberalismo brasileño (la ideología política que veía en esa clase alta la única capacitada para gobernar el país) y del propio proceso de "democratización" ocurrido en el país en esos años.

Pero sobre todo, aclara, esta forma de hacer política, fue «la expresión más completa de la irrupción de las clases populares en el proceso del desarrollo urbano e industrial de esos decenios y de la necesidad, sentida por algunos de los nuevos grupos dominantes, de incorporación de las masas al juego político». Incorporación que permitieron y controlaron de dos formas: a través del autoritarismo institucional de la dictadura de Vargas de los años 1937 al 1945, o bien del autoritarismo paternalista o carismático de los líderes de masas del período de posguerra, entre el 1945 y 1964.

Octavio Ianni: Populismo y relaciones de clases 

Este autor, desde otra postura teórica, también entiende que se trata de un fenómeno que tiene su aparición en el preciso momento de eclosión de la crisis del sistema capitalista mundial y las concomitantes crisis de los sistemas oligárquicos nacionales, pero además considera que las experiencias populistas de Latinoamérica coincidieron con la formación definitiva de la «sociedad de clases». 

Los regímenes populistas sucedieron a los movimientos de clase media, que fueron las primeras y más fuertes reacciones en contra del Estado oligárquico, y que, a veces, se combinaron con movimientos obreros. El autor amplía esta idea al decir que: «el populismo no es una ruptura con el pasado político de la clase obrera. Constituye una etapa del movimiento político obrero que corresponde al lapso en que los precursores de la urbanización, la industrialización y el crecimiento del sector terciario transformaron de un modo profundo la composición interna de la sociedad. [...] En la época de política de masas, la burguesía industrial asume el liderazgo ostentoso de las luchas reivindicativas y reformistas de las masas obreras y de amplios sectores de los estratos medios»

Pero lo que con más fuerza caracteriza a los movimientos populistas, es el duro y contundente golpe sobre el Estado oligárquico que dará paso a las dictaduras y democracias populistas. Las «nuevas clases sociales (burguesía industrial, proletariado y nuevos sectores de clases medias) se unieron a la política de masas». A partir de entonces, surgen nuevas organizaciones y estilos de liderazgos políticos o bien se reformulan los viejos y lo que predominará será la idea de «armonía de clases» en oposición al «antagonismo de clases». Las diferentes clases se habrán unido bajo la bandera del nacionalismo, ya sea éste, nacionalismo cultural, nacionalismo político o nacionalismo económico.

Tomado y adaptado de: Myriam Stanley, EL POPULISMO EN AMÉRICA LATINA. Profesora de Historia Latinoamericana y Argentina. Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

sábado, 4 de agosto de 2018

Consecuencias de la segunda guerra mundial. Las pérdidas materiales

Economía y destrucción

Tras la destrucción económica y material el panorama agrícola, industrial y financiero de Europa era un caos absoluto. Inflación y derrumbe de la capacidad industrial eran las principales características económicas al final de la guerra. 

En Polonia la destrucción era total. Escenario de la guerra durante prácticamente todo el conflicto, saqueada y destruida por los alemanes antes y después de su retirada hacia Berlín. La total carencia de recursos productivos o financieros se completó con la aparición de la calamidad del hambre.

La Unión Soviética era "tierra quemada". Instalaciones y diques fluviales, vías de comunicación y más de 7.000 kilómetros de ferrocarriles fueron destruidos o quedaron inservibles. La vida rural en la Unión Soviética padeció las peores calamidades y tardó mucho tiempo en recuperarse. La pérdida de mano de obra, la muerte del ganado, la ruina de las cosechas y plantaciones, o el deterioro del suelo, colocaron a la agricultura del país en una situación insostenible. 

La magnitud de la catástrofe económica y material fue también notable en el resto de Europa. Además de Rusia o Polonia, Alemania, Holanda, Bélgica, Italia, Yugoslavia y Grecia acusaron los efectos de la devastación. Muy pocas ciudades se libraron de sufrir daños: Varsovia, Berlín, Milán, Turín, Lyon, Leningrado, Kíev, Dusseldorf, Dresde, Francfort, Colonia, etc., junto al norte de Francia, presentaban la huella de los más brutales ataques y bombardeos de la historia europea. 

Stalingrado después de la batalla, Rusia

En Francia, no menos de 6.000 puentes habían sido destruidos, los principales puertos permanecían dañados y, en los centros urbanos, dos millones de casas se encontraban totalmente derrumbadas.

Alemania, que sufrió los peores ataques de la parte final del conflicto, parecía un paisaje lunar en el que se mezclaban los cráteres de las bombas con los hierros retorcidos de casas, ferrocarriles y puentes. En su parte occidental fueron destruidos 740 de los 958 puentes que la mantenían comunicada sus diferentes regiones. El tendido ferroviario de la parte oriental había desaparecido por completo.

En general, el impacto sobre las vías de comunicación sería el principal obstáculo para tratar de normalizar la vida europea, junto a las propias pérdidas humanas y la destrucción de viviendas. Los ejércitos ocupantes tuvieron que empezar por restablecer puentes, arreglar carreteras y desbloquear canales.

Adaptado de F. García de Cortázar y J. Mª. Lorenzo Espinosa, Historia del Mundo Actual 1945-1995Alianza Editorial. 




Consecuencias de la segunda guerra mundial. Las pérdidas humanas

Para el conjunto del conflicto de 1939-1945, tanto en Europa como en Asia, las cifras de pérdidas humanas son impresionantes, las mayores que una guerra haya producido en toda la historia. En total se calculan 55 millones, 25 millones de los cuales eran militares y el resto civiles, sin contar 6 millones de judíos asesinados en el Holocausto ocasionado por los Nazis. Pero esto es sólo una estimación aproximada, las destrucciones de registros civiles por bombardeos aéreos, la confusión provocada por los traslados de población –que imposibilita distinguir entre fallecido y desaparecidos- y la pérdida de parte de la documentación han impedido un mayor acercamiento a la cifra real de los muertos.


A pesar de su falta de precisión, estas cifras aproximadas proporcionan una idea de la sangría demográfica que significó la Segunda Guerra Mundial, con un descenso de la población casi cuatro veces mayor que el ocasionado por la de 1914-1918. Esta diferencia se explica por la considerable extensión del teatro de operaciones bélicas y por la implicación directa de toda la población en la guerra como efecto de los bombardeos aéreos. Todo ello agravado porque algunos países (Japón y la URSS principalmente) no respetaban la Convención de Ginebra de 1864 sobre prisioneros de guerra, y por las políticas racistas de exterminio sistemático llevadas a cabo por el Tercer Reich. 

A estas cifras se deben añadir 35 millones de heridos y 3 millones de desaparecidos, así como las víctimas de la sub alimentación, quienes sufrían de enfermedades como la tuberculosis y el raquitismo. Además, esa hecatombe demográfica tendría consecuencias a largo plazo; en las pirámides de edades correspondientes a países como la Unión Soviética, Polonia, Yugoslavia y Alemania, se puede observar un desequilibrio en los indicadores de edad y sexo, que representa un notable descenso de la población activa que afectó de manera inmediata la reconstrucción de esos países y años después impactaría sobre el comportamiento del índice de natalidad.

Dice el historiador Eric Hobsbawm en su libro Historia del siglo XX:

"Las pérdidas ocasionadas por la guerra son literalmente incalculables y es imposible incluso realizar estimaciones aproximadas, pues a diferencia de lo ocurrido en la primera guerra mundial las bajas civiles fueron tan importantes como las militares y las peores matanzas se produjeron en zonas, o en lugares, en que no había nadie que pudiera registrarlas o que se preocupara de hacerlo. Según las estimaciones, las muertes causadas directamente por la guerra fueron de tres a cinco veces superiores a las de la primera guerra mundial (Milward, 1979, p. 270; Petersen, 1986) y supusieron entre el 10 y el 20 por 100 de la población total de la URSS, Polonia y Yugoslavia y entre el 4 y el 6 por 100 de la población de Alemania, Italia, Austria, Hungría, Japón y China. En Francia y Gran Bretaña el número de bajas fue muy inferior al de la primera guerra mundial —en torno al 1 por 100 de la población—, pero en los Estados Unidos fueron algo más elevadas. Sin embargo, todas esas cifras no son más que especulaciones. Las bajas de los territorios soviéticos se han calculado en diversas ocasiones, incluso oficialmente, en 7, 11, 20 o incluso 30 millones. De cualquier forma, ¿qué importancia tiene la exactitud estadística cuando se manejan cifras tan astronómicas? ¿Acaso el horror del holocausto sería menor si los historiadores llegaran a la conclusión de que la guerra no exterminó a 6 millones de personas (estimación aproximada original y, casi con toda seguridad, exagerada) sino a cinco o incluso a cuatro millones? ¿Qué importancia tiene que en el asedio al que los alemanes sometieron a Leningrado durante 900 días (1941-1944) murieran un millón de personas por efecto del hambre y el agotamiento o tan sólo 750.000 o medio millón de personas? ¿Es posible captar el significado real de las cifras más allá de la realidad que se ofrece a la intuición? ¿Qué significado tiene para quien lea estas líneas que de los 5,7 millones de prisioneros de guerra rusos en Alemania murieron 3,3 millones? (Hirschfeld, 1986). El único hecho seguro respecto a las bajas causadas por la guerra es que murieron más hombres que mujeres. En la URSS, todavía en 1959, por cada siete mujeres comprendidas entre los 35 y 50 años había solamente cuatro hombres de la misma edad (Milward, 1979, p. 212). Una vez terminada la guerra fue más fácil la reconstrucción de los edificios que la de las vidas de los seres humanos."

Cementerio militar de la II Guerra Mundial cerca de Colleville-sur-mer en Normandía.


Este memorial en Lidice, República Checa, conmemora a las mujeres y los niños enviados a campos de concentración nazis.

viernes, 3 de agosto de 2018

Algunas consecuencias inmediatas de la segunda guerra mundial

En el plano político, la victoria aliada confirmó una reorganización de las hegemonías mundia­les. En junio de 1945, antes de que el último enemigo estuviera fuera de juego, la Conferencia de San Francisco proyectó la creación de un nuevo organismo internacional, con el objetivo de preservar la paz mundial y los derechos humanos: la Organización de las Naciones Unidas.

Un mes después, en la Conferencia de Postdam, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron ocupar militarmente Alemania y dividirla en cuatro zonas —cada una bajo la hegemonía de uno de ellos—, con control de un consejo interaliado. Se definieron allí las nuevas fronteras de Europa y se afirmaron las esferas de influencia de Estados Unidos y la Unión Soviética que por haber aportado decisivamente al triunfo se convertirían en las poten­cias de la segunda mitad del siglo xx.

Con más de 55 millones de muertos —entre ellos 6 millones de judíos exterminados por los nazis—, la segunda guerra dejaba tras de sí una Europa materialmente destrozada y un futuro incierto para el mundo. Los años que siguieron debieron reconstruir economías, recomponer sociedades fragmentadas y asegurar la imposibilidad de una catástrofe similar.



Tomado de Historia 3. Mundo, América Latina y Urugua, 1850-2000. Ed. Santillana.

El desenlace de la segunda guerra mundial

El cerco sobre Berlín y la capitulación alemana

Mientras los "tres grandes" —Churchill, Roosevelt y Stalin— se reunían en Yalta, en febrero de 1945, para “repartirse” el mundo después de la guerra, los soviéticos avanzaban sobre Europa Central, en dirección a Berlín. Otro tanto hacían las tropas americanas desde el oeste. Ambos ejércitos se encontraban a 100 kilómetros de la capital alemana, en marzo de 1945. Cercado y sin posibilidad de reacción, Hitler se suicidó en su bunker, el 30 de abril, junto con sus más directos colaboradores. En ese mismo mes, los partisanos italianos habían capturado a Mussolini, que fue ejecutado y colgado en una plaza pública de Milán. El último gobierno del Reich duró apenas una semana, hasta que el mariscal Doenitz firmó la capitulación incondicional de Alemania, los días 7 y 8 de mayo de 1945.

Los soviéticos izando su bandera sobre el parlamento alemán


La batalla final contra Japón

Para la primavera del 45, quedaba Japón como último bastión del antiguo Eje, decidido a no ceder el Pacífico a los americanos. Su poderosa flota y la acción de sus kamikazes implicaron una larga lucha para los estadounidenses, que avanzaban lentamente, de isla en isla. Durante las batallas de lwo Jima y Okinawa, los bombarderos estadounidenses arreciaron sobre ciudades y centros industriales, pero la resistencia japonesa parecía invulnerable. La batalla en Filipinas se estancó durante meses. Fue entonces que el presidente Harry Truman, sucesor de Roosevelt a su muerte, tomó la decisión que cambiaría el futuro de la guerra y del mundo. El 6 de agos­to de 1945, una bomba atómica cayó sobre Hiroshima y, tres días después, otra arrasó Nagasaki. Las negociaciones de paz se iniciaron de inmediato y la rendición de Japón se firmó el 2 de setiembre de 1945.

Hiroshima después de la bomba



Tomado de Historia 3. Mundo, América Latina y Urugua, 1850-2000. Ed. Santillana.

jueves, 2 de agosto de 2018

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki


1945: El Desastre de Hiroshima

La bomba atómica de Hiroshima estalló exactamente a las 08:15 del 6 de agosto de 1945 hora japonesa, en ese instante del reloj, cada año, se realiza un minuto de silencio en la ciudad (sesenta segundos) para recordar a las más de 140.000 víctimas, 78.000 de las cuales murieron en menos tiempo del que lleva leer estos párrafos. Alrededor de 50.000 personas se congregan en el Parque de la Paz de Hiroshima, entre ellos sobrevivientes de la tragedia y los familiares de las personas que murieron durante el ataque. Niños y adultos colocaran flores en un memorial y una campana resuena en recuerdo del momento de la explosión y luego se da el minuto de silencio.

El lanzamiento de "Little Boy" en 1945

A las 08:15 cayó un manto de silencio sobre una ciudad que hace 60 años sólo vio un intenso fogonazo de luz. El legado histórico del ataque en Hiroshima aún es centro de debate. Los estadounidenses sostienen que el ataque puso fin a la Segunda Guerra Mundial, pero algunos historiadores señalan que Japón, ya estaba perdiendo la guerra cuando se lanzaron las bombas atómicas. La bomba de Hiroshima fue seguida por la de Nagasaki el 9 de agosto, donde sus habitantes también pudieron ver un intenso fogonazo.

El 6 de agosto de 1945 a las 08:10 de la mañana muchos de sus 350.000 habitantes se preparaban para ir al colegio o al trabajo. Cinco minutos después todo cambió. A las 8:15 horas un bombardero militar americano llamado “Enola Gay” arrojaba una bomba atómica llamada “Little Boy” en el corazón de la ciudad de Hiroshima. La bomba, de uranio enriquecido, con sus 4 toneladas de peso, fue detonada a 600 metros de altura sobre la ciudad, estallando con una fuerza equivalente a la de 12.500 toneladas de explosivo altamente destructivo. La totalidad de Hiroshima quedó prácticamente reducida a escombros. La estimación final del número de muertes es de 200.000 víctimas. A pesar de las horribles consecuencias de este atroz experimento nuclear, tres días después, el 9 de agosto, Estados Unidos arrojó una segunda bomba atómica conocida como "Fat Man", siendo esta vez de plutonio.

Nuevamente, el resultado fue la destrucción masiva de la ciudad y la muerte de casi 100.000 personas.Como consecuencia de la explosión nuclear, una enorme bola de fuego envolvió la ciudad de Hiroshima, dejando las sombras de las personas impregnadas en los muros y calles. Aquellas sombras muertes son re-dibujadas cada año como una conmemoración, fantasmagórica, a los que así murieron. Aquellos que no se convirtieron en polvo ardieron por el extremado calor, que superó los 5.000ºC de temperatura. Incluso partes de los edificios sencillamente se derritieron. 

La mayoría de los que sobrevivieron sólo lo hicieron por unos pocos días. Los supervivientes, además de los efectos inmediatos de la bomba, empezaron a aparecer rápidamente otras alteraciones de la salud en aquellas personas que aparentemente habían resultado ilesas (síndrome agudo de radiación, diarreas, hematomas, pérdida total o parcial de pelo, disminución extrema de los glóbulos blancos de la sangre, cansancio generalizado). Los supervivientes de las bombas de Hiroshima y Nagasaki se autodenominan "Hibakusha" y muchos de ellos están afectados por aquellas explosiones cuyos efectos sufren todavía en forma de graves alteraciones de su salud como anemia, leucemia y tumores malignos. Muchos hibakusha padecen graves trastornos psíquicos y alteraciones de su conducta social y cientos de miles de personas siguen necesitando tratamiento médico hoy día gracias a los efectos radiactivos. 

La conclusión para muchos investigadores es que estos bombardeos fueron crueles experimentos nucleares para demostrar el predominio político y militar de los Estados Unidos en el mundo emergente tras la Segunda Guerra Mundial.

Imagen previa al lanzamiento del "Little boy"
(muchachito) desde el B-29 Enola Gay,
 lanzado el 6 de agosto de 1945.
Imagen del instante de la Explosión de la bomba en Hiroshima.


 
Ciudad de Nagasaki destruida tras la segunda bomba atómica, lanzada el 9 de agosto, desde el Bombardero Bockard.




¿Culpables...? solo víctimas






Mujer que sobrevivió calcinada a la
bomba en Nagasaki.

Víctima de la bomba de Hiroshima.
Texto extraído de: http://www.greenpeace.org/espana/campaigns/desarme/desarme-nuclear/


Harry Truman a los estadounidenses
Dieciséis horas después del ataque el Presidente Truman anunció públicamente desde Washington el uso de una bomba atómica:


"Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado. Con esta bomba hemos añadido un nuevo y revolucionario incremento en destrucción a fin de aumentar el creciente poder de nuestras fuerzas armadas. En su forma actual, estas bombas se están produciendo. Incluso están en desarrollo otras más potentes. [...] Ahora estamos preparados para arrasar más rápida y completamente toda la fuerza productiva japonesa que se encuentre en cualquier ciudad. Vamos a destruir sus muelles, sus fábricas y sus comunicaciones. No nos engañemos, vamos a destruir completamente el poder de Japón para hacer la guerra. [...] El 26 de julio publicamos en Potsdam un ultimátum para evitar la destrucción total del pueblo japonés. Sus dirigentes rechazaron el ultimátum inmediatamente. Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como la que nunca se ha visto en esta tierra."
                                                      El presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman

miércoles, 1 de agosto de 2018

El horror del holocausto


El Holocausto fue la persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y auspiciado por el Estado, de aproximadamente seis millones de judios por el régimen nazi y sus colaboradores.

Los nazis, que llegaron al poder en Alemania en enero de 1933, creían que los alemanes eran una "raza superior" y que los judíos, considerados "inferiores", eran una amenaza extranjera para la llamada comunidad racial alemana.

Durante la era del Holocausto, las autoridades alemanas persiguieron a otros grupos también considerados "inferiores", como: los romaníes (gitanos), los discapacitados y algunos pueblos eslavos (polacos y rusos, entre otros). Otros grupos fueron perseguidos por motivos políticos, ideológicos y de comportamiento, entre ellos los comunistas, los socialistas, los testigos de Jehová y los homosexuales.En 1933, la población judía de Europa ascendía a más de nueve millones, y la mayoría de los judíos europeos vivía en países que la Alemania nazi ocuparía o dominaría durante la Segunda Guerra Mundial. Para el año 1945, los alemanes y sus colaboradores habían asesinado aproximadamente a dos de cada tres judíos europeos como parte de la llamada: "Solución final": la política nazi para asesinar a los judíos de Europa. Entre otras víctimas se incluyen 200 mil romaníes (gitanos). Como mínimo, 200 mil pacientes discapacitados física o mentalmente, en su mayoría alemanes y que vivían en instituciones, fueron asesinados en el marco del llamado Programa de Eutanasia.

A medida que el régimen nazi se propagaba por Europa, los alemanes y sus colaboradores perseguían y asesinaban a millones de personas. Entre dos y tres millones de prisioneros de guerra soviéticos fueron asesinados o murieron de inanición, enfermedades, negligencia o maltrato. Los intelectuales polacos no judíos fueron perseguidos y asesinados por los alemanes. Millones de civiles polacos y soviéticos fueron deportados para realizar trabajos forzados en Alemania o en la Polonia ocupada, donde generalmente trabajaban y muchas veces morían en condiciones deplorables. Desde los primeros años del régimen nazi, las autoridades alemanas persiguieron a los homosexuales y a otras personas cuyos comportamientos no se ajustaban a las normas sociales prescritas. Miles de oponentes políticos (comunistas, socialistas y sindicalistas), así como disidentes religiosos (como los testigos de Jehová), fueron perseguidos por oficiales de la policía alemana. Muchas de estas personas murieron como resultado de la encarcelación y el maltrato.