viernes, 16 de noviembre de 2018

Conozca un museo atípico que recoge el pasado de un barrio y un país



Los jubilados de la Industria Frigorífica gestionan un espacio que guarda las reliquias del Cerro como centro industrial

Fuente: El Observador, Página web, 02 de mayo de 2018 a las 05:00


Autor: Camila Cibils


En el corazón del Cerro de Montevideo, sobre la calle Grecia esquina Holanda, se encuentra un museo de bajo perfil pero que guarda un valioso acervo para la zona y para un país impensable sin la carne vacuna y su industria.

"Esta foto es del Swift", dijo Sergio Iglesias, de 70 años, uno de los jubilados que atiende el Museo de los trabajadores de la industria frigorífica, al señalar una fotografía que muestra al Zeppelin pasando por el Cerro. "No, no", le respondió Nicolás Trujillo, de 78, otro de los ex trabajadores. "¡Es el Swift!", retrucó el interlocutor. "¿Nos vamos a pelear? Ponete los lentes", agregó. "Es que el muelle parece el del Nacional", argumentó Trujillo. Al final de cuentas, era el Swift.

Ambos son jubilados de los grandes frigoríficos del Cerro que se apagaron en 1980. Iglesias embarcaba la carne en el muelle del Cerro y Trujillo fabricaba envases en el Nacional.


Desde la rambla del Cerro aún pueden verse las ruinas del Frigorífico Swift. Estas visibilizan el pasado de oro industrial que empleaba a unas 20 mil personas del barrio. Un poco más atrás, hacia el oeste, estaba el Nacional, conocido por la sigla Frigonal. También estaba el Artigas, donde hoy está el Polo Tecnológico del Cerro, y el Castro, en La Teja, que completaban el motor que daba trabajo a una incipiente aristocracia obrera.

En 1955, cerró el Swift. La agonía fue mantenida por el Artigas, el Nacional y el Castro. Y en 1980 el tiro de gracia fue el cierre del Nacional. Eran establecimientos tan grandes que allí trabajaban familias enteras. Trataban la carne, el cuero y hasta producían las latas para el envasado de productos. "Se aprovechaban desde las cerdas hasta las guampas; se hacía aceite de pata", apuntó Trujillo. Este obrero jubilado recordó cómo una sección de costura hacía la ropa para todo el frigorífico y otra sección se ocupaba de las conservas de membrillo, peras en almíbar, arvejas, durazno, paté, el famoso corned beef que se exportaba para los frentes de batalla, lengua y lenguitas de cordero y mucho más. Incluso se producía jabón: El Gaucho, se llamaba el del Nacional y Olimpia el del Artigas.

Tiempos de aristocracia obrera

Una de las principales misiones de este museo es que la gente recuerde el pasado industrial de la zona. "Era otro Cerro", dijo Iglesias. Y agregó: "Toda la gente trabajaba. Se vivía bastante bien. En un momento hasta se hablaba de una aristocracia obrera".

Trujillo señaló una balanza del Frigorífico Nacional. "Acá se pesaba la carne que nos daban a nosotros", contó. Tenían dos kilos de carne por día como parte del sueldo. Se trataba de un beneficio que se ganó tras un consejo de salarios y que se cortó en 1969 y, por eso, los trabajadores hicieron una huelga de hambre que registraron algunas tapas de periódicos de la época que ahora se muestran en las paredes del museo. "Cuatro meses que fueron muy duros", recordó Iglesias.

En el museo también puede verse una recreación de las prácticas de conservación cuando no había heladera: se colgaban los productos en una fiambrera con protección contra las moscas. Se utilizó hasta pasada la década de 1960.

Otro de los puntos más interesantes de la visita es una lata enorme de grasa de caracú del Frigorífico Artigas. Estas eran utilizadas por los trabajadores para cubrir sus casas y aún pueden verse en el Cerro viviendas con techos de latas de los frigoríficos, afirmó Trujillo.

El museo también tiene recreaciones de época logradas con maniquíes. Puede verse a una trabajadora de las conservas, una cocina de la década de 1950 y herramientas de trabajo como cuchillos que terminaban deformes. Los obreros ganaban según su productividad, por eso era esencial tener un buen cuchillo propio. "Mi padre llegaba de trabajar y después de dormir una siesta se pasaba dos horas con una piedra de afilar dándole al cuchillo", dijo Iglesias.


El sindicato de los trabajadores de la carne era el más fuerte del país. La segunda guerra mundial y la Guerra de Corea marcaron un hito en la demanda que provocó que se trabajara en hasta tres turnos. Los frigoríficos no paraban de matar animales y de producir.

El frigorífico Nacional, que supo tener el abasto de todas las carnicerías de Montevideo, era paraestatal, por lo que no estaban permitidos los mataderos externos. Cuando cerró, se abrió el mercado para los demás mataderos del interior del país. Pero en la década de 1980 el barrio se quedó sin fuentes de trabajo. Se agregaron otras crisis y parte del área se precarizó.

Testimonio

Este es un museo atípico porque nació de extrabajadores que lo hicieron a pulmón y en base a donaciones de vecinos. Abre de lunes a viernes hasta las 12 del mediodía porque lo atienden honorariamente los jubilados de la industria. ¿Quiénes lo visitan? Escolares, liceales, estudiantes universitarios, vecinos que quieren conocer la historia del lugar donde viven. El día anterior a esta entrevista, casi 100 estudiantes de la Facultad de Veterinaria visitaron el lugar. Investigadores, historiadores y docentes acuden para hacerse de documentación de la época de oro de la industria en el Cerro. Tuvo visitantes de lujo como la princesa Laetitia D'Aremberg y un embajador del Reino Unido que señaló una lata de corned beef y dijo: "Esto comíamos cuando había guerra".






miércoles, 14 de noviembre de 2018

Inauguran museo sobre la época dorada del Cerro

Los trabajadores de la industria frigorífica lanzaron un museo dedicado al apogeo de esa actividad a comienzos de siglo pasado. 
En la década de 1940 las tres principales plantas empleaban 15.000 personas. Después de 1956, los capitales extranjeros migraron a otras actividades, terminando con la época de oro. 

martes, 13 de noviembre de 2018

MEMORIAL A LOS DETENIDOS DESAPARECIDOS

Función: monumento
Ubicación: Parque Vaz Ferreira
Autor: Arqs. M. Kohen, R. Otero
Fecha: 1999 (concurso), 2001 (inauguración)

Se ubica en la ladera del cerro dentro del Parque Vaz Ferreira, único parque de Montevideo con fuertes desniveles, de carácter agreste y accesibilidad solamente peatonal. Desde el punto de vista paisajístico el proyecto pone en valor las calidades de ese paisaje interviniendo mínimamente a nivel de caminería, iluminación y equipamiento.

La anunciación y el acceso al monumento están determinados por una traza sinuosa, un sendero definido por losas de hormigón, que integra un circuito mas amplio que abarca toda la ladera del Cerro y recorre el parque desde la costa, otorgándole una idea de peregrinación.

La implantación en un claro del parque sin alterar las condiciones naturales ni la vegetación, en donde predominan los eucaliptus, pinos y acacias, revela una meditada compenetración con el tema. Esta estratégica ubicación además posibilita una cierta privacidad, una excelente vista al mar, y un muy buen asoleamiento.

El Memorial, de gran simplicidad, abstracto, y con un fuerte contenido metafórico, se compone de un rectángulo en donde se descarna la superficie hasta llegar a la roca viva. Al descubrir ese afloramiento rocoso como soporte del espacio destinado a la memoria, estalla su significado como un símbolo de la verdad que se busca. Dos muros de vidrio constituyen el soporte material donde se colocan los nombres de los desaparecidos, conformando un espacio “interior” que comparte la espacialidad exterior, logrando un ámbito contenido. La obra se articula con pocos elementos que se interrelacionan para componer un lugar dentro del gran parque.

Esta valiosa obra se destaca por el sutil manejo de los contenidos simbólicos en clave contemporánea y por su integración al paisaje, permitiendo el recogimiento y la intensidad que el tema requiere. MLC.

IHA, FADU, UdelaR



lunes, 12 de noviembre de 2018

EL CERRO: Villa Cosmópolis


LA VILLA CONVERTIDA EN BARRIO Y EN REPÚBLICA

La villa, la república separatista o el “paralelo 38”, como les gusta llamarlo a algunos vecinos al viejo barrio del Cerro, fue fundado en 1834 con el nombre de Cosmópolis, poco antes del comienzo de la Guerra Grande. Aquí se instalaron inmigrantes de diversos puntos del mundo, por lo que desde el comienzo sus calles llevan los nombres de diferentes países.

Los primeros saladeros convertidos con el tiempo en frigoríficos son una marca registrada del barrio,  formado por trabajadores escapados del hambre y de la guerra. Con los años este barrio obrero se convirtió también en un interesante enclave turístico, destacado por su histórica fortaleza militar, la rambla y la misteriosa Casa de la Pólvora, una construcción de fines del siglo XVIII que sirvió de polvorín militar.

Este barrio, nacido del esfuerzo de sus pobladores, llegó a contar en su momento con un servicio de autobuses, que conectaba a la Fortaleza con un vistoso barco a vapor, cumpliendo el recorrido de la Bahía en un tiempo record de 15 minutos y comunicando la Ciudad Vieja con el Cerro.

Más adelante, con la llegada de los frigoríficos, este lugar se convirtió en una verdadera ciudad fortificada por El Plata y el arroyo Pantanoso, que llegó a contar con varios cines y teatros, permitiendo acceder a la cultura a la gran cantidad de vecinos que trabajaban fundamentalmente en los frigoríficos. Esto generó una cultura propia que aún hoy marca una diferencia con respecto al resto de la ciudad. Es que la cultura cerrense sigue marcando a cada nueva generación, estampada en la pasión de Cerro y de Rampla, o en la historia de una zona de resistencia, lucha y rebeldía con causa.

En la década del ’50 los cambios internacionales explotaron en el Cerro, cerrando numerosas fuentes de trabajo y dejando a miles de trabajadores literalmente en la calle. Allí en la calle, bajo la consigna “el Cerro no olvida”, los trabajadores pelearon por la reapertura de sus fuentes de trabajo.

Más adelante en tiempos de libertades fracturadas, los trabajadores y los movimientos sociales cerraban el viejo puente sobre el Pantanoso como un modo de resistencia a la dictadura. Estas peleas dejaron mártires que siempre serán recordados por su sacrificio.

El tiempo pasó y si bien la vida es mucho más acelerada, si miramos al suroeste desde cualquier punto de la ciudad, vamos a ver que el Cerro con su Faro y Fortaleza siguen ahí, marcando el horizonte a seguir.

Texto del mirador del Cerro. Municipio del Oeste (Municipio A).   

1) Averiguar qué quiere decir “Cosmópolis” y “cosmopolita”. ¿Por qué la Villa del Cerro recibió ese nombre originalmente?
2) Anotar la definición de “obrero”. ¿Qué industria caracterizó al Cerro como barrio obrero?
3) ¿Qué elementos formarían la denominada “cultura cerrense”?
4) ¿Qué luchas y resistencias protagonizaron los pobladores del Cerro en la década de 1950 y 1970?

jueves, 1 de noviembre de 2018

Modelo LACE

Un nuevo modelo económico se consolida lentamente a partir de 1968: el modelo LACE: Liberal Aperturista Concentrador Excluyente.

Liberal, porque se sustentó en la reducción de la intervención del Estado, en especial en el área social, laboral, de apoyo a los sectores productivos y pretendió transferir a privados las empresas públicas.

Aperturista, porque desprotegió al país frente a las amenazas del exterior y no contó con políticas internas que permitieran enfrentar la competencia externa y aprovechar las oportunidades que dio la economía mundial.

Concentrador, porque su viabilidad y desarrollo implicaron concentrar y centralizar la riqueza, es decir transferir dinero del trabajo al capital (concentración) e integrar los capitales en grandes conglomerados económicos (centralizar) basado en exportaciones primarias.

Excluyente, porque una porción creciente de la población fue quedando fuera de los canales de acumulación formal, con un desempleo estructural y creciente, con aumento de la pobreza, en definitiva se excluyó a las mayorías del fruto del crecimiento de la riqueza.