martes, 28 de marzo de 2017

Las ideas centrales del socialismo del siglo XIX

Con el desarrollo de la revolución industrial los obreros adquirieron mayor importancia en la sociedad y en la política, principalmente con la difusión de las ideas socialistas. 

La idea central del socialismo era combatir el sistema capitalista, luchando por una nueva sociedad donde la igualdad de derechos se extendiera de lo político, a lo económico y social. La discusión sobre el camino para llegar a ella dividió al movimiento socialista. 

La corriente vinculada al marxismo o “socialismo científico” de Marx y Engels, sostenía que el Estado pertenecía a la burguesía y que sólo la revolución de la clase obrera permitiría conquistarlo para realizar los cambios necesarios. No rechazaban las prácticas electorales, pero las consideraba como un momento de acumulación de fuerzas hasta que la clase obrera organizada estuviera en condiciones de disputar el poder a la burguesía. La revolución consistía en conquistar el Estado para instalar una “dictadura del proletariado” como paso previo para llegar a la sociedad sin clases sociales. 

Otro sector era la corriente ideológica conocida como “social reformismo”. Uno de sus principales representantes fue el político alemán Eduard Bernstein. A la vista de los progresos que mostraba la lucha por el sufragio universal, defendía la creación de un partido político de obreros que compitiera por los votos en las elecciones, abandonando la idea de la revolución socialista. Las elecciones permitirían que los socialistas accedieran al Estado para poder realizar reformas que favorecieran a la clase obrera. 

Además estaban los anarquistas, como el ruso Mijail Bakunin, quienes no creían en las elecciones ni en el Estado, al que consideraban un instrumento para mantener la explotación de los trabajadores. Pensaban que la sociedad igualitaria solo sería posible en tanto el Estado fuera aniquilado por medio de una revolución social de carácter espontáneo.



Socialismo científico
Social reformismo
Anarquismo
Ideólogos



Posición frente al Estado



Posición sobre la revolución



Posición frente a las elecciones



sábado, 25 de marzo de 2017

El proletariado minero en Inglaterra (mediados del siglo XIX)


“En la explotación de la hulla de Cornwall trabajan, bajo tierra o en la superficie, unos 19000 hombres y 11000 mujeres y niños.

La inspiración del aire pobre en oxígeno, saturado de polvo y humo producidos por los explosivos; que se hallan en el fondo de las minas, afecta gravemente los pulmones, provoca perturbaciones en las funciones cardíacas, y afloja el aparato digestivo; el trabajo es muy fatigoso, y en particular el hecho de subir y bajar por las escalas -lo cual, en ciertas minas, toma incluso a jóvenes vigorosos por lo menos una hora cada día antes y después del trabajo- contribuye en gran parte al desarrollo de esos padecimientos, y por esa razón, los hombres que en su juventud comienzan a trabajar en las minas están lejos de adquirir el desarrollo físico correspondiente al de las mujeres que trabajan en la superficie. Muchos mueren jóvenes de tisis galopante y la mayoría en sus mejores años, de tuberculosis de evolución lenta; envejecen prematuramente y devienen inaptos para el trabajo entre los 35 y 45 años, y, muchos pasan casi sin transición del aire caliente del pozo (luego de haber sudado en abundancia subiendo penosamente la escala) al aire frío de la superficie, contraen inflamaciones agudas de las vías respiratorias ya enfermas, que muy frecuentemente tienen consecuencias mortales. El trabajo en la superficie, la trituración y la cribadura de los minerales, es practicado por jovencitas y niños y se le describe como muy sano porque se efectúa al aire libre.

En las minas de carbón y de hierro trabajan niños de 4, 5 y 7 años. La mayoría, sin embargo, tiene más de 8 años. Se les emplea para transportar el mineral del lugar de excavación al pozo principal, o bien para abrir y cerrar las puertas giratorias que separan los diferentes compartimientos de la mina, antes y después del paso de los obreros y del material. El transporte del carbón y del mineral de hierro es una labor muy penosa, ya que hay que acarrear dichos materiales en artesillas bastante grandes sin ruedas, sobre el suelo desigual de la galería, o sobre la arcilla húmeda, o incluso el agua, izarlas a veces a lo largo de pendientes abruptas y a través de corredores tan estrechos en algunos lugares, que los obreros tienen que andar en cuatro patas. Por eso se utiliza para ese trabajo fatigoso a niños mayorcitos y a adolescentes. Según el caso hay un obrero por artesilla o dos jóvenes, uno de los cuales tira y el otro empuja. El trabajo de perforación, efectuado por hombres adultos o por jóvenes vigorosos, de 16 años o más, es igualmente una tarea muy fatigosa. La duración habitual de la jornada de trabajo es de 11 ó 12 horas, a veces más. En Escocia, llega hasta las 14 horas, y con frecuencia se duplica la jornada, de suerte que todos los obreros son obligados a trabajar 24 horas, a veces incluso 36 horas de un tirón. Casi siempre no hay hora fija para las comidas, de modo que los obreros comen cuando tienen hambre y tiempo para ello.”

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Fragmento del libro de Frederich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, publicado en ese país en 1845.



                        

jueves, 23 de marzo de 2017

El surgimiento de la clase obrera

Junto con el desarrollo de la industria fabril comenzó a aparecer un nuevo actor social que hasta esa época había ocupado un lugar marginal dentro de la sociedad: los obreros. Esto no significa que anteriormente la gente no trabajara; a lo que nos estamos refiriendo es a un grupo de personas que, careciendo de bienes o rentas, debe ponerse a disposición de un empleador durante una parte del día para cobrar un salario que le permita alimentarse, tener vestido, habitación, criar a sus hijos, etcétera. 

A diferencia de los campesinos que poseían tierra e instrumentos para trabajarla, los  trabajadores solo poseían la fuerza de sus brazos y la capacidad para realizar el trabajo. La existencia de una amplia cantidad de personas que estuvieran dispuestas a trabajar en las fábricas era un requisito previo para el surgimiento del capitalismo fabril.


Los trabajadores de la Inglaterra del siglo XVIII tenían varios orígenes. Un gran número provenía del campo y eran antiguos campesinos que habían perdido sus tierras; muchos obreros eran inmigrantes de zonas azotadas por la hambruna, como fue el caso de los trabajadores irlandeses; otros, eran antiguos artesanos arruinados por el desarrollo de la industria. A su vez, otro factor que permitió incrementar la población trabajadora fue el gran crecimiento de la población que se produjo a partir del siglo XVIII.



La vida obrera

Estos pobres de los campos y las ciudades encontraron en las fábricas un nuevo lugar en la sociedad y desarrollaron un nuevo modo de vida. Sin embargo, la vida de los obreros durante la Revolución Industrial era muy dura. La jornada laboral era larga y agotadora y se trabajaba más de 15 o 16 horas diarias. Los salarios eran bajos. Existían severos códigos de trabajo que imponían multas y reducían el salario por faltas tan leves como abrir una ventana o silbar mientras trabajaban. Además, era un modo de trabajar completamente diferente: quienes habían vivido al aire libre y trabajado con relativa autonomía, debían pasar largas horas en las ruidosas, sucias y oscuras fábricas. En ellas se trabajaba como en el campo: desde la salida hasta la caída del sol, pero con un pequeño descanso a la hora del almuerzo. Además, el trabajador estaba sometido a una férrea disciplina y era controlado todo el tiempo mientras trabajaba. A su vez, se comenzó a desarrollar la práctica de contratar prioritariamente a mujeres y niños porque se les pagaba menos, lo que bajaba los salarios. Ello era posible porque las máquinas simplificaban el trabajo. En los alrededores de las fábricas empezaron a surgir barrios obreros con casas mal construidas, donde familias enteras vivían en una única habitación y las epidemias solían hacer estragos.

Las condiciones a las que eran sometidos llevó a los obreros a organizarse para luchar y tratar de obtener leyes y mejoras. Se hicieron peticiones y se organizaron huelgas pacíficas que fueron contestadas represivamente por las autoridades.



--------------------------------------------------------------------------------------------------------------- -Tomado de "El Libro de la Sociedad en el tiempo y en el espacio 8", Buenos Aires, Estrada, 1997.