“En la explotación de la hulla de
Cornwall trabajan, bajo tierra o en la superficie, unos 19000 hombres y 11000
mujeres y niños.
La inspiración del aire pobre en oxígeno, saturado de polvo y humo producidos por los explosivos; que se hallan en el fondo de las minas, afecta gravemente los pulmones, provoca perturbaciones en las funciones cardíacas, y afloja el aparato digestivo; el trabajo es muy fatigoso, y en particular el hecho de subir y bajar por las escalas -lo cual, en ciertas minas, toma incluso a jóvenes vigorosos por lo menos una hora cada día antes y después del trabajo- contribuye en gran parte al desarrollo de esos padecimientos, y por esa razón, los hombres que en su juventud comienzan a trabajar en las minas están lejos de adquirir el desarrollo físico correspondiente al de las mujeres que trabajan en la superficie. Muchos mueren jóvenes de tisis galopante y la mayoría en sus mejores años, de tuberculosis de evolución lenta; envejecen prematuramente y devienen inaptos para el trabajo entre los 35 y 45 años, y, muchos pasan casi sin transición del aire caliente del pozo (luego de haber sudado en abundancia subiendo penosamente la escala) al aire frío de la superficie, contraen inflamaciones agudas de las vías respiratorias ya enfermas, que muy frecuentemente tienen consecuencias mortales. El trabajo en la superficie, la trituración y la cribadura de los minerales, es practicado por jovencitas y niños y se le describe como muy sano porque se efectúa al aire libre.
La inspiración del aire pobre en oxígeno, saturado de polvo y humo producidos por los explosivos; que se hallan en el fondo de las minas, afecta gravemente los pulmones, provoca perturbaciones en las funciones cardíacas, y afloja el aparato digestivo; el trabajo es muy fatigoso, y en particular el hecho de subir y bajar por las escalas -lo cual, en ciertas minas, toma incluso a jóvenes vigorosos por lo menos una hora cada día antes y después del trabajo- contribuye en gran parte al desarrollo de esos padecimientos, y por esa razón, los hombres que en su juventud comienzan a trabajar en las minas están lejos de adquirir el desarrollo físico correspondiente al de las mujeres que trabajan en la superficie. Muchos mueren jóvenes de tisis galopante y la mayoría en sus mejores años, de tuberculosis de evolución lenta; envejecen prematuramente y devienen inaptos para el trabajo entre los 35 y 45 años, y, muchos pasan casi sin transición del aire caliente del pozo (luego de haber sudado en abundancia subiendo penosamente la escala) al aire frío de la superficie, contraen inflamaciones agudas de las vías respiratorias ya enfermas, que muy frecuentemente tienen consecuencias mortales. El trabajo en la superficie, la trituración y la cribadura de los minerales, es practicado por jovencitas y niños y se le describe como muy sano porque se efectúa al aire libre.
En las minas de carbón y de
hierro trabajan
niños de 4, 5 y 7 años. La mayoría, sin embargo, tiene más de 8 años. Se les
emplea para transportar el mineral del lugar de excavación al pozo principal, o
bien para abrir y cerrar las puertas giratorias que separan los diferentes
compartimientos de la mina, antes y después del paso de los obreros y del
material. El transporte del carbón
y del mineral de hierro es una labor muy penosa, ya que hay que acarrear dichos
materiales en artesillas bastante grandes sin ruedas, sobre el suelo desigual
de la galería, o sobre la arcilla húmeda, o incluso el agua, izarlas a veces a
lo largo de pendientes abruptas y a través de corredores tan estrechos en
algunos lugares, que los obreros tienen que andar en cuatro patas. Por eso se
utiliza para ese trabajo fatigoso a niños mayorcitos y a adolescentes. Según el
caso hay un obrero por artesilla o dos jóvenes, uno de los cuales tira y el
otro empuja. El trabajo de perforación, efectuado por hombres adultos o por jóvenes
vigorosos, de 16 años o más, es igualmente una tarea muy fatigosa. La duración
habitual de la jornada de trabajo es de 11 ó 12 horas, a veces más. En Escocia,
llega hasta las 14 horas, y con frecuencia se duplica la jornada, de suerte que
todos los obreros son obligados a trabajar 24 horas, a veces incluso 36 horas
de un tirón. Casi siempre no hay hora fija para las comidas, de modo que los
obreros comen cuando tienen hambre y tiempo para ello.”
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Fragmento del libro de Frederich
Engels, La situación de la clase obrera
en Inglaterra, publicado en ese país en 1845.
Que crack profe gran bloogg 10 puntos desde el 59 mañana apoyando hasta la muerte power
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