martes, 26 de abril de 2016

El anarcosindicalismo en "La Patagonia Rebelde"


La Patagonia rebelde es una película argentina dramática-histórica de acción de 1974 dirigida por Héctor Olivera basada en el libro del historiador y periodista Osvaldo Bayer Los vengadores de la Patagonia trágica, que relata los hechos de la denominada “Patagonia rebelde” del año 1921.






Hijos del pueblo
Hijo del pueblo, te oprimen cadenas
y esa injusticia no puede seguir,
si tu existencia es un mundo de penas
antes que esclavo prefiere morir.
Esos burgueses, asaz egoístas,
que así desprecian la Humanidad,
serán barridos por los anarquistas
al fuerte grito de libertad.
Rojo pendón, no más sufrir,
la explotación ha de sucumbir.
Levántate, pueblo leal,
al grito de revolución social.
Vindicación no hay que pedir;
sólo la unión la podrá exigir.
Nuestro pavés no romperás.
Torpe burgués.
¡Atrás! ¡Atrás!
Los corazones obreros que laten
por nuestra causa, felices serán.
Si entusiasmados y unidos combaten,
de la victoria, la palma obtendrán.
Los proletarios a la burguesía
han de tratarla con altivez,
y combatirla también a porfía
por su malvada estupidez.
Rojo pendón, no más sufrir,
la explotación ha de sucumbir.
Levántate, pueblo leal,
al grito de revolución social.
Vindicación no hay que pedir;
sólo la unión la podrá exigir.
Nuestro pavés no romperás.
Torpe burgués.
¡Atrás! ¡Atrás!

Dialogo de “Germinal” (Novela de Emile Zola llevada al cine)





“Étienne Lantier: ¿sabes algo de Pluchart?

Rasseneur: Sí, me ha escrito. La Asociación Internacional de Trabajadores que han creado en Londres funciona muy bien, cada vez tiene más afiliados. Por primera vez los trabajadores del mundo se han unido para luchar de igual a igual contra la patronal.

Souvarine: Tonterías. Vuestro Karl Marx sigue creyendo en la evolución de las fuerzas naturales, queriendo negociar con los patronos cara a cara para obtener aumentos de salarios. Hay que prender fuego a todas las ciudades y arrasarlo todo. Cuando ya no quede nada en este mundo podrido, tal vez crezca otro mejor.

Étienne Lantier: No llegaremos a ese extremo. El obrero solo no es nada, pero unido representa una fuerza. Hemos de crear una sección aquí en Montsou. El asunto del entibado acabará mal, si la compañía se empeña, habrá una huelga, hay que organizarse, hay que crear un fondo de previsión, que, llegado el momento, sirva de caja de resistencia31. Cuanto más dinero tengamos, más resistiremos.

Rasseneur: Lo malo son las cuotas, 50 céntimos anuales para el fondo general, 2 francos para la sección, es demasiado, no querrán pagar.

Étienne Lantier: Hay que reconstruir un mundo nuevo más justo, legalmente, unirnos para dictar nuestras leyes.

Souvarine: Aumentar los salarios en el marco de una economía capitalista es un sueño. Los obreros sólo tienen derecho a comer pan duro y a hacer críos. Es una ley férrea que se basa en el equilibrio de los vientres vacíos, es una condena a cadena perpetua de hambre y miseria. Hay que destruirlo todo. Sí, la anarquía y nada más. La tierra lavada por la sangre, purificada por el fuego, después ya veremos.

Étienne Lantier: Hay que evitar el derramamiento de sangre.”


La AIT, el marxismo y el anarquismo

La AIT tenía como objetivo coordinar las acciones de los diferentes estados europeos. Destacaban tres grupos: las Trade Union (organizaciones obreras) británicas, que mantuvieron la estructura de la organización; los obreros franceses (anarquistas); y los refugiados políticos alemanes e italianos. El programa de la organización contemplaba el reconocimiento oficial de los sindicatos, la reducción de la jornada laboral y el derecho a la huelga. Los constantes enfrentamientos ideológicos nacidos de la rivalidad personal que mantuvieron Marx y Bakunin contribuyeron a la disolución de la Primera Internacional.

El marxismo es una corriente científico-filosófica elaborada por Marx y Engels, cuyos principios son los siguientes:

 Materialismo dialéctico: teoría filosófica según la cual el mundo está formado por dos polos diferentes: espíritu y materia (las ideas son el resultado de la propia historia);

 Materialismo histórico: teoría sociológica sobre el desarrollo histórico de la humanidad basada en la sucesión de diferentes tipos de sociedades: primitiva, esclavista, feudal, capitalista y socialista. La sucesión de estas fases históricas es el resultado de la lucha de clases entre oprimidos y opresores;

 Análisis y crítica del capitalismo: la sociedad actual se basa en la propiedad privada y en la explotación de una mayoría (obreros) por una minoría (burguesía);

 Socialismo y comunismo: el socialismo es la fase histórica que debe sustituir al individualismo capitalista; propugna la colectivización de la propiedad y de los medios de producción y el gobierno del proletariado. El comunismo es la etapa final del socialismo, en la que desaparecería totalmente la propiedad privada y, por lo tanto, las clases sociales. Durante esta fase histórica, incluso desaparecería el Estado. Vid.: VV.AA. Histocard II. Hechos y personajes históricos (desde 1700). Castellnou. Barcelona, 1995, pp. 23 y 24.

Souvarine representa al movimiento anarquista, que sostenía los siguientes principios: la abolición del Estado y de todas las instituciones de poder, la supresión de la propiedad privada y la creación de una nueva sociedad basada en la libertad individual y la libre colaboración entre los individuos. Sus máximos representantes fueron:

 Proudhon: admite la pequeña propiedad privada.
 Bakunin: defiende la colectivización de los medios de producción, pero no de los frutos.
 Kropotkin: promueve la colectivización total.


Tomado del comentario de Tomas Valero Martínez

Película “Germinal”, Claude Berri, 1993, Francia.
Novela de Emile Zola, 1885.

miércoles, 13 de abril de 2016

Las corrientes ideológicas en el movimiento obrero

La Revolución Industrial significó una gran transformación en la vida social. Pero para muchos hombres y mujeres de la época esta transformación significó el fin de un modo de vida y afrontar grandes miserias y privaciones. Las consecuencias de la transformación no solo preocupó a los trabajadores que las sufrían, sino que el espectáculo del trabajo fabril y la miseria de los barrios obreros que se formaron en las ciudades despertó la sensibilidad de muchas personas, que comenzaron a pensar formas de poner fin a la situación.

Dentro y fuera del movimiento obrero comenzaron a difundirse ideas para mejorar el nivel de vida de los trabajadores. En algunos casos, se propusieron reformas dentro de! sistema capitalista y la necesidad de establecer leyes que protegieran a los trabajadores; en otros casos, surgieron pensadores que proponían cambiar la sociedad en forma radical. En su conjunto, a todo este movimiento se lo comenzó a denominar socialista.

"El Cuarto Estado" del pintor italiano Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901)

 A mediados del siglo aparecieron las dos figuras más destacadas del movimiento socialista del siglo XIX: Karl Marx y Frederich Engels. Según ellos, a lo largo de la historia, las sociedades se dividieron en clases sociales enfrentadas; en particular, en la sociedad capitalista se asistía a la lucha entre los empresarios (la burguesía) y los trabajadores (la clase obrera o los proletarios). Para Marx y Engels, la riqueza de la sociedad era producto del trabajo humano, pero como la burguesía era dueña de las fábricas, las máquinas y las tierras, explotaba a los trabajadores, pues el salario no retribuía toda la riqueza que los trabajadores producían; la diferencia —a la que llamaron plusvalía— era el origen de la riqueza de los burgueses. Sus obras, especialmente el Manifiesto comunista y El capital, fueron muy importantes para la difusión de las teorías socialistas. En 1864 contribuyeron a formar la Asociación Internacional de Trabajadores, que concibieron como un partido político de los obreros que debía actuar coordinadamente en todo el mundo y cuyo objetivo era producir una revolución socialista que acabara con el capitalismo.

Otra de las corrientes ideológicas importantes fue el anarquismo. Sus representantes más importantes fueron Mijail Bakunin y Piotr Kropotkin. Si bien compartían muchas ideas con los socialistas, los anarquistas eran fuertemente individualistas, se oponían a formar un partido político y se enfrentaban a los marxistas, a quienes acusaban de autoritarios. Sostenían que el estado y la propiedad oprimían al hombre y debían ser abolidos. Dentro del anarquismo convivían tendencias moderadas dedicadas a la divulgación de ideas, tendencias sindicalistas, que organizaron grandes sindicatos y centrales obreras, y también tendencias violentas que practicaban el terrorismo.

La difusión de las nuevas ideas socialistas y anarquistas y el desarrollo del movimiento de los sindicatos obreros fue generando mayores tensiones sociales. Todo esto hizo surgir la llamada cuestión social. Diferentes sectores políticos que representaban a las clases medias y muchos pensadores propusieron la necesidad de establecer leyes protectoras del trabajo y el reconocimiento de los derechos políticos a los trabajadores.


La Iglesia no fue indiferente a esta situación preocupada por las condiciones de la vida obrera. Así fue que en 1891 el papa León XIII dio a conocer su encíclica Rerum Novarum. En ella, la Iglesia criticaba al socialismo como una falsa respuesta y defendía a la propiedad como un derecho natural, reconocía el sufrimiento de los trabajadores y establecía la necesidad de reforzar la caridad cristiana; aceptaba la formación de sindicatos que debían propiciar el diálogo en lugar del conflicto y solicitaba al estado que interviniera en defensa de los trabajadores. De este modo, desde principios del siglo XX comenzaron a desarrollarse sindicatos y organizaciones obreras católicas.

-Tomado de "El Libro de la Sociedad en el tiempo y en el espacio 8", Buenos Aires, Estrada, 1997.

Según el texto:

1. ¿Por qué surge el movimiento socialista?
2. ¿Cuáles son las principales ideas de Marx y Engels? 
3. ¿Cuál era el objetivo de la Asociación Internacional de Trabajadores?
4. ¿Cuáles eran las principales ideas del anarquismo? ¿En qué se enfrentaban con los marxistas?
5. ¿Cuál era la postura dela Iglesia Católica con respecto a las condiciones de la vida obrera?

miércoles, 6 de abril de 2016

Las organizaciones del movimiento obrero

Al compartir semejantes condiciones de trabajo y experiencias de vida, los obreros de los primeros años de la industrialización fueron desarrollando diversas formas de solidaridad entre ellos y se organizaron. Las jornadas muy extensas de trabajo, pésimas condiciones higiénicas, el trabajo de niños y mujeres y los salarios cada vez más bajos, debido a la desocupación originada por los cambios tecnológicos y agravada por el crecimiento demográfico, los impulsaron a organizarse. La concentración de numerosos obreros en las fábricas, a la vez que acentuaba la cooperación en el proceso de trabajo, estimulaba la solidaridad entre los trabajadores. Ello favoreció el surgimiento de las organizaciones obreras.

La ayuda mutua

Los trabajadores con intereses y riesgos comunes se plantearon la organización de centros de ayuda solidaria ante las contingencias que podían sufrir dada su propia situación, o por las condiciones laborales que no siempre estuvieron sujetas a normas protectoras respecto de enfermedades, accidentes o vejez. Estas organizaciones consistían en la asistencia médica y farmacéutica, subsidios por enfermedad, servicios de sepelio, entre otras cosas. Son anteriores a las Cajas de Jubilaciones y eran organizadas por los propios trabajadores. 

Los sindicatos

Los primeros movimientos obreros de resistencia aparecieron como protesta por los bajos salarios. A ello le siguió una ofensiva contra las máquinas a las que se responsabilizaba de las desgracias sufridas por los trabajadores. Hacia 1830 surgieron las primeras organizaciones sindicales en Inglaterra. Los sindicatos aparecieron como agrupaciones de trabajadores cuyo objetivo era negociar con los patrones por mejores condiciones de trabajo y mejores salarios. Después de varias décadas empezaron a ser reconocidos por los gobiernos y los empresarios como representantes de los trabajadores.

Las primeras organizaciones obreras internacionales

En la segunda mitad del siglo XIX, la clase obrera o proletariado fue tomando conciencia de su fuerza como colectivo. En 1864 se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como Primera Internacional. En ella tuvieron destacada participación Karl Marx y Frederich Engels, fundadores del socialismo científico. La meta de este movimiento era la destrucción del capitalismo y la construcción de una sociedad sin clases. La asociación se disolvió en 1876 debido a las discrepancias entre los socialistas y los anarquistas.

En 1889 nuevamente se concentraron trabajadores de distintos países para crear la Internacional Socialista, llamada Segunda Internacional. En ella no participaron los anarquistas y los socialistas tuvieron fuertes discusiones entre quienes defendían la vía revolucionaria para la toma del poder y quienes creían que el paso a una sociedad socialista podía lograrse gradualmente, con la participación de partidos políticos de obreros en las elecciones.

"La huelga de Creusot" del pintor francés Jules Adler (1899)


  

La Revolución Industrial


La transformación económica, social y cultural conocida como «Revolución Industrial» se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Su epicentro se ubicó en Gran Bretaña. Allí coincidieron una serie de condiciones que permitieron impulsar el proceso. Las sociedades de Europa occidental en primer lugar y prácticamente toda la humanidad experimentaron las consecuencias de este profundo cambio social y económico, cuyo impacto se extendió también a la política y la cultura.
La Revolución Industrial no fue una revolución en el sentido otorgado generalmente al término; es decir, no consistió en un proceso de cambios rápidos y violentos. Por el contrario, se trató de un proceso lento, que se extendió durante casi dos siglos y que provocó cambios sustantivos en las formas de producción, el comercio, el hábitat, las relaciones sociales y familiares e, incluso, en los modos de concebir el sentido de la vida humana.

La industria del algodón

La aceleración de la producción industrial, liderada por el algodón y la metalurgia, se inició en la década de 1780. La industria textil -rama de la producción característica de la primera etapa de la Revolución Industrial- combinó la producción artesanal con la moderna industria fabril. Si bien la industria lanera siguió siendo la más importante hasta principios del siglo XIX, la producción industrial del algodón se convirtió en la punta de lanza de la modernización. Para fines del siglo XVIII, era la segunda industria en número de empleados, valor de la producción y mecanización. Las tareas de hilado, lavado y cardado se hacían por medio de máquinas. La introducción de la máquina simplificó las tareas y disminuyó la importancia de las habilidades y los oficios de los trabajadores. Esto permitió que los empresarios reemplazaran a sus trabajadores masculinos por mujeres y niños, pues, al no ser empleados calificados, podían pagarles salarios menores y someterlos más dócilmente a la disciplina laboral.

La máquina de vapor

El desarrollo de una industria mecanizada no hubiera sido posible sin el uso de una energía más poderosa que la humana o la animal y más independiente de la naturaleza que la eólica o la hidráulica. Esta energía fue la del vapor. La fuerza del vapor era conocida desde fines del siglo XVI. Por entonces se construyeron bombas de vapor para extraer el agua de las minas de carbón y de cobre. A partir de estas máquinas, ineficaces y peligrosas, James Watt (1736-1819) concibió un primer modelo de máquina de vapor, que patentó en 1769. Después de trece años más de trabajo, en 1782, Watt logró construir una verdadera máquina motriz. La nueva fuerza posibilitaría a la economía británica entrar en la fase moderna de industrialización.

La fábrica textil: un testimonio

Las hilanderías de algodón son grandes edificios construidos para que se pueda albergar al mayor número posible de personas. No se puede sustraer ningún espacio a la producción y. de tal manera, los techos son lo más bajos posible al tiempo que todos los locales están llenos de máquinas que, además, requieren grandes cantidades de aceite para realizar sus movimientos. Debido a la naturaleza misma de la producción hay mucho polvo de algodón en el ambiente: calentado por la fricción y unido al aceite, provoca un fuerte y desagradable olor; y hay que tener presente que los obreros trabajan día y noche en dicho ambiente; en consecuencia, hay que utilizar muchas velas y, por tanto, es difícil ventilar las habitaciones, en las que a los anteriores olores se une también el efluvio que emanan los muchos cuerpos humanos que hay en ellas.

(Opúsculo aparecido en 1784. en Lancashire, Gran Bretaña).


Tomado de: Lettieri, A.; Garbarini, L., Las Revoluciones Atlánticas (1750-1820), Buenos Aires, Editorial Longseller S.A., 2001, pp. 15 a 25.