(Textos basados en “Historia del Siglo XX” de Eric Hobsbawm)
El siglo XX no
puede concebirse disociado de la guerra, siempre presente aun en los momentos
en los que no se escuchaba el sonido de las armas y las explosiones de las
bombas. En 1914 desde hacía un siglo no se había registrado una guerra en la
que hubieran participado todas las grandes potencias, o la mayor parte de
ellas. Además, la mayor parte de los conflictos en los que estuvo involucrada
alguna de las grandes potencias habían terminado rápidamente. Lo normal era que
las guerras duraran meses o incluso semanas. Anteriormente, nunca se había
producido una guerra mundial. Entre
1815 y 1914 ninguna gran potencia enfrentó a otra más allá de su región de
influencia inmediata. Todo eso cambió en 1914. En la primera guerra mundial
participaron todas las grandes
potencias. Además, diversos países enviaron tropas, por primera vez, a luchar
fuera de su región. Posteriormente, en la segunda guerra mundial (1939-1945), prácticamente todos los
estados independientes del mundo se vieron involucrados en la contienda,
voluntaria o involuntariamente. Ya fueran locales, regionales o mundiales, las
guerras del siglo XX tendrían una dimensión infinitamente mayor que los
conflictos anteriores. Desde entonces se da por sentado que la guerra moderna
involucra a todos los ciudadanos, la mayor parte de los cuales además son
movilizados; que utiliza un armamento que exige una modificación del conjunto
de la economía para producirlo y que se utiliza en grandes cantidades; que
causa un elevadísimo nivel de destrucción y que domina y transforma por
completo la vida de los países participantes. Todos estos fenómenos se dan
únicamente en las guerras del siglo XX.
Guerra de trincheras
Las líneas paralelas de trincheras y fortificaciones defensivas que se extendían a lo largo de la frontera de Francia con Bélgica y Alemania eran el «frente occidental», que se convirtió probablemente en la maquinaria más mortífera que había conocido hasta entonces la historia del arte de la guerra. Millones de hombres se enfrentaban desde los parapetos de las trincheras formadas por sacos de arena, bajo los que vivían como ratas y piojos (y con ellos). De vez en cuando, sus generales intentaban poner fin a esa situación de parálisis. Durante días, o incluso semanas, la artillería realizaba un bombardeo incesante para «ablandar» al enemigo y obligarle a protegerse en los refugios subterráneos hasta que en el momento oportuno oleadas de soldados saltaban por encima del parapeto, protegido por alambre de espino, hacia «la tierra de nadie», un caos de cráteres de obuses anegados, troncos de árboles caídos, barro y cadáveres abandonados, para lanzarse hacia las ametralladoras que, como ya sabían, iban a segar sus vidas. Por ejemplo, en 1916 (febrero-julio) los alemanes intentaron sin éxito romper la línea defensiva en Verdún, en una batalla en la que se enfrentaron dos millones de soldados y en la que hubo un millón de bajas. La ofensiva británica en el río Somme costó a Gran Bretaña 420.000 muertos (60. 000 sólo el primer día de la batalla).
Guerra de trincheras
Las líneas paralelas de trincheras y fortificaciones defensivas que se extendían a lo largo de la frontera de Francia con Bélgica y Alemania eran el «frente occidental», que se convirtió probablemente en la maquinaria más mortífera que había conocido hasta entonces la historia del arte de la guerra. Millones de hombres se enfrentaban desde los parapetos de las trincheras formadas por sacos de arena, bajo los que vivían como ratas y piojos (y con ellos). De vez en cuando, sus generales intentaban poner fin a esa situación de parálisis. Durante días, o incluso semanas, la artillería realizaba un bombardeo incesante para «ablandar» al enemigo y obligarle a protegerse en los refugios subterráneos hasta que en el momento oportuno oleadas de soldados saltaban por encima del parapeto, protegido por alambre de espino, hacia «la tierra de nadie», un caos de cráteres de obuses anegados, troncos de árboles caídos, barro y cadáveres abandonados, para lanzarse hacia las ametralladoras que, como ya sabían, iban a segar sus vidas. Por ejemplo, en 1916 (febrero-julio) los alemanes intentaron sin éxito romper la línea defensiva en Verdún, en una batalla en la que se enfrentaron dos millones de soldados y en la que hubo un millón de bajas. La ofensiva británica en el río Somme costó a Gran Bretaña 420.000 muertos (60. 000 sólo el primer día de la batalla).
FOTOGRAFÍAS DE LA PGM
https://m.magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/primera-guerra-mundial-todo-color-27-fotografias-pioneras-dia-dia-contienda
✌️
ResponderEliminarDiomedes deja de manda cosas
EliminarHitler no se suicidó, yo lo maté con mi belleza.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY pensar que yo estuve en las 2 guerras..
ResponderEliminar👍
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