Hacia la segunda mitad del siglo
XIX, Europa inició de un modo continuo y sistemático la conquista económica y
militar de inmensos territorios de Asia y de África. En un primer momento la
iniciativa la tomaron Francia e Inglaterra y más tarde lo hizo Alemania. Las razones
que los llevaron a realizar estas ocupaciones territoriales fueron:
* Las industrias europeas
necesitaban, luego de la crisis de 1873, mercados en donde colocar sus
inversiones de capital (ferrocarriles, telégrafos y préstamos) para evitar que sus
ganancias continuaran bajando;
* En las nuevas regiones podían
vender sus productos sin competidores y obtener de ellas materias primas para
continuar con el desarrollo industrial en Europa. Además, para la obtención de
materias primas contaban con la ventaja de utilizar a la población local como
mano de obra abundante y barata.
La expansión imperialista también
se extendió sobre América Latina. Desde las primeras décadas del siglo XIX, las
ex colonias españolas eran países políticamente independientes. Sin embargo, sus
economías estaban bajo la influencia de las potencias industriales europeas,
principalmente Gran Bretaña. Los países americanos producían productos
primarios (de la agricultura, la ganadería, la minería) que vendían a los
países europeos. Y éstos les vendían sus productos industriales. Este
intercambio comercial generó una relación de dependencia económica. Aunque
desde la segunda mitad del siglo XIX los países latinoamericanos no dependieron
políticamente de los países europeos (no fueron colonias), formaron parte de un
imperio informal británico.
Los territorios dominados militar,
económica y políticamente fueron considerados colonias, gobernadas por
funcionarios designados por las metrópolis europeas. Los funcionarios podían
ser de origen europeo o local. Las colonias de cada metrópoli formaron parte de
un imperio colonial. En algunas regiones del mundo, la expansión imperialista
no significó la ocupación militar y política de los territorios. El dominio se
ejerció por otros métodos, por ejemplo el establecimiento de áreas de
influencia como en China o el ejercicio de presiones políticas como en la mayor
parte de América Latina.
Los imperios coloniales dominaron económica y
políticamente a pueblos de características muy diversas. Las colonias vieron
expoliadas sus riquezas naturales y alteradas sus tradiciones culturales. Las
economías tradicionales de las áreas coloniales fueron destruidas y esos territorios
pasaron a depender de las metrópolis. A principios del siglo XX el proceso de expansión territorial alcanzó sus límites y surgieron rivalidades entre las metrópolis por el dominio colonial. Estas
tensiones fueron una de las causas que condujeron al estallido de
la Primera Guerra Mundial en 1914.
Alonso, M., Elisalde, R., Vázquez,
E., Historia de Argentina y el Mundo Contemporáneo. Aique. Buenos Aires, 1994.
Pág. 76 a 108.