La restauración de la democracia liberal en Alemania occidental
Alemania, que había sido la cuna del nazismo, la forma más acabada del totalitarismo fascista, pasa a ser después de la Segunda Guerra Mundial un territorio ocupado por los ejércitos de los países vencedores, que con la declaración del 5 de junio de 1945 pasan a hacerse cargo de su destino. Inmediatamente se inició el proceso de desnazificación del país, que tuvo como episodio más señalado los Juicios de Nuremberg donde se condenó a muerte y diversas penas de prisión a los principales responsables del III Reich. Desprovista de régimen político, debido al hundimiento del nazismo, cada comandante en jefe fue dueño de su zona y, de forma progresiva, las cuatro zonas de ocupación (estadounidense, inglesa, francesa y soviética) dieron origen a dos entidades. Mientras en el Este los soviéticos vincularon su zona de ocupación al bloque socialista, en el Oeste las iniciativas norteamericanas crearon un nuevo Estado que adoptó el estatuto de democracia liberal.
En las tres zonas de ocupación aliadas (estadounidense, inglesa y francesa) se organizaron elecciones municipales, permitiéndose la reactivación de la vida política en torno a tres partidos: liberal democrático, cristiano demócrata y socialdemócrata. De 1946 a 1949 las tres zonas de ocupación se fueron unificando progresivamente para dar lugar al nacimiento de un Estado con la Constitución de la República Federal de Alemania. Esta reconstrucción política giró en torno a la supremacía del partido demócrata cristiano, representada en su líder, Konrad Adenauer.
Antimodelo del Estado totalitario que era la Alemania nazi, la RFA nacía como un Estado de Derecho, es decir, que se basaría en los principios democráticos y valores que el nazismo había pisoteado: dignidad de la persona humana, rechazo de toda discriminación por motivos de ascendencia y de raza, garantía de las libertades fundamentales, etc. El régimen político instaurado sería una democracia parlamentaria, con un gobierno federal responsable ante un Bundestag (Congreso) elegido mediante sufragio universal. Para prever posibles deslizamientos de la población hacia extremos políticos considerados nocivos para la democracia, se resolvió en 1952 la prohibición del neonazi Partido Socialista del Reich y en 1956 del Partido Comunista Alemán.
El milagro alemán, es decir, el desarrollo espectacular de su economía y la fácil inserción de la RFA en el marco de las democracias occidentales, fue uno de los acontecimientos más sorprendentes de la posguerra. En ese contexto, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) decide en 1959 abandonar el marxismo, la lucha de clases y el objetivo último de la destrucción del capitalismo, orientándose hacia un socialismo reformista. Este cambio le permitió acceder al poder en 1966, en coalición con el Partido Demócrata Cristiano -que ya llevaba 20 años de gobierno en coalición con los liberales. En 1969 el SPD pasó a encabezar el gobierno a través de su líder Willy Brandt.
Basado en: Fuentes, J.F. y La Parra López, E. -"Historia Universal del siglo XX",
Editorial Síntesis, 2001.
Berstein, S. "Los regímenes políticos del siglo XX",
Editorial Ariel, 1996.
Editorial Síntesis, 2001.
Berstein, S. "Los regímenes políticos del siglo XX",
Editorial Ariel, 1996.
Los partidos socialistas y el Estado de Bienestar
En 1956 el político socialista británico Anthony Crosland escribió: "Tradicionalmente el pensamiento socialista ha estado dominado por los problemas económicos que planeaba el capitalismo: pobreza, paro, miseria, inestabilidad e incluso el posible hundimiento de todo el sistema... El capitalismo ha sido reformado hasta quedar irreconocible."
Los partidos socialistas y los movimientos obreros que tan importantes fueron en Europa en los años inmediatos al fin de la segunda guerra mundial, coincidieron perfectamente con este capitalismo reformado, porque a efectos prácticos no disponían de una política económica propia, a excepción de los comunistas, cuya política consistía en alcanzar el poder y luego seguir el modelo de la URSS... En la práctica, la izquierda dirigió su atención hacia la mejora de las condiciones de vida de su electorado de clase obrera y hacia la introducción de reformas a tal efecto. Como no disponía de otra alternativa, salvo hacer un llamamiento a la abolición del capitalismo, que ningún gobierno socialdemócrata sabía cómo destruir, o ni siquiera lo intentaba, la izquierda tuvo que fiarse de que una economía capitalista fuerte y generadora de riqueza financiaría sus objetivos. A la hora de la verdad, un capitalismo reformado que reconociera la importancia de la mano de obra y de las aspiraciones socialdemócratas ya les parecía bien.
Eric Hobsbawm, Historia del Siglo XX,
La edad de oro, Los años dorados.
La reforma social en Europa Occidental
La reforma social progresista en política es una estrategia que procura la transformación de uno u otro aspecto del orden social imperante, o de ese orden en su totalidad, sin destruir o revolucionar sus fundamentos, en particular, sin atentar contra las relaciones de poder existentes. En el caso del movimiento obrero y socialista, el reformismo se expresa como negación de la lucha de clases y la revolución social, a favor de la colaboración entre las clases en aras de convertir el capitalismo en una sociedad de bienestar y justicia social.
La segunda posguerra es el período de convergencia definitiva, no solo práctica sino también doctrinaria, entre el reformismo socialdemócrata y el reformismo burgués. El sociólogo Anthony Giddens, afirma que “el Estado de Bienestar fue una creación tanto de la derecha como de la izquierda, pero en el período de posguerra los socialistas se lo atribuyeron como propio”. No es casual que el sistema de democracia burguesa, combinado con el macartismo y la Guerra Fría, haya llegado a su máxima expresión en esos años en América del Norte (Estados Unidos y Canadá) y los países de Europa Occidental en los que funcionó el “Estado de Bienestar”. En este período, la mayoría de los partidos socialdemócratas que mantenían el apego a la tesis de transformar el capitalismo en socialismo, dan el paso de abandonarla: la socialización de los medios de producción fue trocada por la defensa de la “democracia social”. En estos años se produce la extensión por todos los países capitalistas desarrollados de la “aristocracia obrera”. Como parte de ese proceso, en Europa Occidental, se produjo un cambio en la composición social y en la ideología socialdemócrata, con un decrecimiento de la composición obrera y la influencia sindical, frente al incremento de los llamados cuellos blancos y el advenimiento de una tecnocracia partidista, cuya prioridad es ampliar y consolidar sus espacios en el parlamento y el gobierno.
Roberto Regalado, América Latina entre siglos,
¿Reforma o revolución?, La reforma y la revolución hasta la década de 1970
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