EL PAÍS QUÉ PASA
CIEN AÑOS: LA REVOLUCIÓN RUSA
Uruguayas en el Moscú de los 70
La familia Saxlund se radicó en 1972 en la capital soviética y algunos de sus integrantes vivieron allí hasta entrados los 90. Las hermanas Marta y Raquel recuerdan cómo era la vida bajo el régimen comunista: desde la música pop a una TV sin publicidad. Sus historias en el día a día.
Lunes, 23 Octubre 2017
Ricardo Saxlund fue un periodista uruguayo corresponsal en Moscú del diario de extracción comunista El Popular. En 1972, en medio de la persecución previa a la dictadura, llegó a la capital soviética con su esposa y sus 11 hijos, entre ellos Marta y Raquel Saxlund, quienes a su llegada a la URSS tenían 13 y 11 años.
Vivían en un apartamento cerca de la emblemática Plaza Roja. Aprendieron el idioma e hicieron la secundaria y la universidad en aquel país. Marta se recibió de periodista y volvió a Uruguay en 1984. Raquel se casó, tuvo dos hijos y permaneció hasta 1991. Ambas guardan buenos recuerdos de aquellos tiempos juveniles, mantienen amistades y han vuelto varias veces. Es más, Raquel planea otra visita en ocasión del Mundial de 2018.
Casas.
El Estado otorgaba vivienda a las familias, por lo general en apartamentos dentro de grandes complejos. Las puertas no daban a la calle, si no a un patio interior, que era el centro de la vida social de los vecinos. Había juegos infantiles y en invierno se formaban pistas de patinaje. A través de grandes arcos se daban las salidas a la calles exteriores.
Podía darse el confinamiento. Marta recuerda casos de apartamentos compartidos por varias familias. Se dividían las habitaciones y compartían la cocina, que podía tener dos o tres heladeras.
Bebidas.
El refresco gaseoso más popular era la Puratina, una especie de guaraná. Había una bebida cola con la marca Bailkal y existía un refresco de centeno fermentado, una especie de malta pero más fuerte. Rondando los 80, con mayor apertura en el régimen, aparecieron las primeras gaseosas de origen occidental: Fanta y Pepsi. Coca Cola por entonces no.
La tradición en helados era más básica que la uruguaya. "Todos eran de crema doble, como si fuera chantilly congelado, y a eso se le agregaban diferentes salsas o frutos", recuerda Marta.
Compras.
"Era muy común que lo que fueras a buscar al supermercado no estuviese. Entonces traías otra cosa y buscabas cambiarla por lo que necesitabas", asegura Raquel y ejemplifica: "Yo iba a buscar papel higiénico, pero como no encontraba, traía pasta de dientes. Y empezaba a hablar con los vecinos a ver quién me lo cambiaba por el papel".
Marta también recuerda las colas en los comercios. "No faltaba dinero, sino productos". La vestimenta tampoco tenía mucha variedad. Era frecuente que las tiendas vendieran las mismas prendas y las rusas de una región terminaran vestidas prácticamente iguales.
Educación.
Exclusivamente pública, los niños y adolescentes hacían primaria y secundaria en los mismos edificios. El liceo iba hasta "décimo", pero empezaba en lo que sería el cuarto de escuela uruguayo por lo que terminaba a los 16 o 17 años. El horario era de 8:00 a 14:00 horas.
Los docentes eran multifuncionales. "La directora daba las clases de literatura o de matemáticas y era también la administrativa", recuerda Marta. El énfasis en la disciplina no le pareció excepcional. "Igual que en Uruguay, te podían mandar a la dirección".
Los estudiantes universitarios con mejores niveles recibían un premio mensual de 60 rublos si eran rusos y de 90 para los extranjeros. Un almuerzo en comedores estudiantiles podía costar 1 o 1,5 rublos, por lo que a veces les daba para ahorrar.
Pioneros.
Los niños y adolescentes solían sumarse al Movimiento Pioneros, que era como los Scout, pero de raigambre comunista. Recibían el pañuelo rojo distintivo en ceremonias similares al juramento de la bandera y prometían seguir el ideario de Lenin y del Partido. Raquel Saxlund recuerda que recibió el pañuelo de la madre del cosmonauta Yuri Gagarin.
En verano se organizaban los campamentos de pioneros. Los adolescentes se iban ¡por 40 días! a instalaciones en las afueras de la ciudad. Había competencias de nado y otros deportes, además de otras actividades de trabajo en oficios de campo, juegos y entretenimiento.
Salud.
Gratuita y obligatoria, como la enseñanza. El Estado no solo daba acceso, sino que imponía a los ciudadanos chequeos médicos cada seis meses.
Marta cuenta que sufrió un episodio de rara alteración que implicaba que los niveles máximos y mínimos de su presión prácticamente no tuvieran diferencia. Fue estudiada y atendida por varios especialistas hasta que le dieron medicación específica para el mal y lo superó.
Unos 30 años después, en Uruguay, hizo la misma crisis y aquí le han dicho que no hay tratamiento para su condición. "Nuestros servicios de salud son lamentables", compara.
Televisión.
A las 21:00 era la hora del informativo, llamado Tiempo. Comenzaba con un boletín informativo del Comité Central del Partido Comunista y luego se daban noticias internacionales y el pronóstico del clima. Duraba media hora.
Otros contenidos de los canales de TV era series de ficción, como 17 instantes de la primavera, muy recordada por Marta. No existía la publicidad.
El programa Encuentro con los niños se emitía antes del informativo. Era conducido por una señora que aparecía en pantalla con un muñeco de conejo y daba las buenas noches a los niños.
Transporte.
Tener un auto era un lujo en la URSS de los 70, reservado a los funcionarios con cargo medio o alto en el Partido Comunista. Las marcas eran Lada y Moskvich, en orden de prestigio.
La mayoría de las personas se movilizaba en el transporte público en trenes, subtes, ómnibus, trolebuses o taxis.
Raquel menciona otra modalidad. "El Uber de hoy era común en la Unión Soviética. Parabas a cualquier auto que pasaba y le preguntabas cuánto te cobraba por llevarte".
El pasatiempo durante los viajes era la lectura. "Así como hoy van todos con el celular, en la URSS se leía", recuerda Marta. Los libros eran baratos y a la cabeza de las preferencias estaba la poesía.
Esparcimiento.
La salida cultural preferida por los rusos hasta hoy es el teatro. Los concurrentes se visten de gala para asistir al Bolshói (Gran teatro).
En los cafés no se podía permanecer charlando porque había colas de espera. En un restaurante podía ocurrir lo contrario. "Te sentabas en una mesa y venía un funcionario a decirte que no había lugar. Nosotros ya cumplimos con el plan, ya atendimos las 10 mesas que nos tocaban, decía y no había caso", recuerda Raquel.
Por más que no había boliches nocturnos, los jóvenes solían hacer grandes fiestas cuando finalizaban el secundario en "décimo". Comenzaban en la misma escuela y luego hacían paseos por la ciudad.
A los 18 años, los varones iniciaban el servicio militar obligatorio, por lo que los amigos organizaban despedidas en casas. Ahí corría mucho el alcohol, o sea, el vodka. La tradición indicaba empinarla a temperatura natural. También tomaban cerveza.
Música.
La música pop soviética que sonaba en los años 70 les recuerda a las hermanas Saxlund a Márama o Rombai. "Cuando escuché por primera vez la cumbia cheta, me acordé enseguida de los acordes de aquellos años", dice Marta.
También había cantantes de música folclórica o patriótica. Los artistas extranjeros de mayor llegada eran Los Beatles, Rolling Stones, Raphael o Lolita Torres.
El final.
Raquel tenía dos grandes amigas en la URSS, ambas de nombre Tania. Una era vecina del complejo y la otra hija de un funcionario del partido. "Tenía acceso a todo lo que quisiera: ropa, gustos... Luego de la Perestroika, no soportó el cambio y se suicidó", relata.
La URSS cayó en 1991. Para ese entonces, casi todos los Saxlund se habían vuelto a Uruguay. Solo quedó Ricardo, el padre, un enamorado del país. Falleció en Moscú en 1995 y allí están sepultados sus restos. Para Marta, aquellos años fueron "muy felices". Raquel también los valora especialmente. "Lo que me dio la URSS no me lo hubiera dado nunca Uruguay".
"El cine no demonizaba a Estados Unidos".
Durante la Guerra Fría, gran parte de las películas de acción o bélicas de Hollywood se encargó de asociar a los soviéticos con el rol villano. Las uruguayas Marta y Raquel Saxlund no recuerdan el caso inverso. Ellas vivieron en la URSS entre 1972 y 1991. "De EE.UU. no se hablaba prácticamente". Las películas nacionalistas se afirmaban en el triunfo sobre el nazismo en la Segunda Guerra Mundial, que en la URSS así como en la Rusia de hoy se le llama Gran Guerra Patria. "Los malos habían sido los nazis, la ultraderecha".
Las tres grandes fechas patrias de la URSS eran el 1 de mayo por el Día de los Trabajadores, 9 de mayo, que se celebraba el triunfo sobre el nazismo, y el 7 de noviembre como aniversario de la Revolución de Octubre. En todos los casos había desfiles en la Plaza Roja, muchas veces con tanques, misiles y armamento militar muy pesado que al irse pasaba por la puerta de la casa de las uruguayas. "Las primeras veces nos asustábamos".