Los gobiernos de Baldomir y
Amézaga continuaron con el apoyo a la industria. Los recursos para ello
provinieron del agro, cuyas exportaciones crecieron en virtud de la demanda de
carnes y lanas producida por el conflicto mundial. El aumento de las exportaciones
arrojó un saldo favorable en la balanza comercial y se tradujo en un importante
incremento de las reservas de oro en el Banco República. El BROU siguió
monopolizando la compra-venta de divisas mediante un complejo sistema de
cambios múltiples, que establecía distintos precios según listas de productos
preferenciales. La política de subsidios y exenciones fiscales a la industria
provocó un importante crecimiento del producto manufacturero. También
aumentaron algunos rubros de la producción agrícola, como el lino y el girasol.
El crecimiento del sector
secundario implicó el de la clase obrera. Durante el período de la política de
sustitución de importaciones, entre 1936 y 1959, el número de obreros creció un
210%, mientras la población lo hizo un 30%. La concentración industrial
favoreció la organización sindical. Se fundaron y consolidaron muchos gremios,
incluso de "cuello blanco" como el de los bancarios en 1942. Ese mismo
año se fundó la UGT —Unión General de Trabajadores—, que congregó a más de 65
gremios, aunque muchos se mantuvieron apartados ya que dicha central sindical
era de tendencia comunista. En esa época hubo grandes huelgas, como la del
Frigonal en 1943, a la que se plegaron todos los sindicatos de la carne.
Aun dividido, el movimiento
sindical obtuvo importantes beneficios, como la instauración de los Consejos de
Salarios y varias medidas de legislación social que apuntaban a aumentar la
calidad de vida de los trabajadores y a sostener un mercado interno
imprescindible para el desarrollo industrial. En el mismo sentido, el Estado se
mantuvo como un importante proveedor de empleos, y así engrosó las filas de las
clases medias.
La ley de Consejo de Salarios, promulgada en el año 1943, sentaba a dialogar en una misma mesa a representantes del gobierno, de los trabajadores y de las patronales. Esta medida formaba parte de las que buscaban, entre otros objetivos, mejorar las condiciones de salario y de vida de los trabajadores, a fin de crear el mercado interno que requería la industria por sustitución de importaciones. Otras leyes laborales que se destacaron fueron la de Indemnización por Accidentes de Trabajo, en 1941; la de Asignaciones Familiares, en 1943; la de Indemnización por Despido, en 1944. En 1946, por otra parte, se equipararon los derechos civiles de las mujeres a los de los hombres.
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