Revolución industrial y capitalismo
A partir de la segunda mitad del
siglo XVIII, la sociedad inglesa protagonizó un proceso que transformó el modo
de vida de las sociedades europeas. Ese proceso fue la Revolución
Industrial.
Generalmente, los historiadores
explican este proceso diferenciando dos fases. La primera, en la que se originó
el “despegue industrial” —el crecimiento acelerado— a partir de la expansión de
la industria textil algodonera; y la segunda, que se desarrolló a partir de
1850, en la cual la industria —impulsada por nuevos descubrimientos científicos
y técnicos— se afirmó como la actividad económica más importante en Inglaterra,
Francia, Alemania y los Estados Unidos.
El despegue industrial estuvo
profundamente relacionado con el aumento del comercio internacional originado
por la expansión colonial y el predominio inglés en los circuitos comerciales
coloniales más importantes: a partir del siglo XVIII, Inglaterra se convirtió
en la principal potencia mundial y organizó un gran imperio comercial. Al mismo
tiempo, la posibilidad de abastecer la demanda creciente de vastos mercados fue
posible a partir de la aplicación de innovaciones técnicas sencillas y
relativamente baratas, que permitieron, producir más y a menor costo.
La segunda fase de la Revolución
Industrial se inició a partir de 1850 en Europa Occidental y en los Estados
Unidos. Las nuevas industrias que se desarrollaron fueron las que utilizaban
hierro, acero y carbón. La construcción de ferrocarriles fue la principal actividad
industrial que combinó esos tres elementos. Más tarde, hacia final de siglo, también
comenzaron a desarrollarse las industrias química y eléctrica. En esta segunda fase
de la industrialización fue muy importante la aplicación de los descubrimientos
científicos en la industria. Durante la primera fase, en cambio. el progreso
técnico alcanzado no había sido el resultado de las investigaciones de los
hombres de ciencia, sino del aporte de artesanos seguros, ingeniosos, expertos
en su oficio, que buscaban solucionar los problemas cotidianos que se les
presentaban en su trabajo para poder producir más.
La aplicación de las innovaciones
técnicas durante la segunda fase de la Revolución Industrial hizo necesarias
grandes inversiones de capital. Esto fue posible gracias a las copiosas
ganancias que los capitalistas habían logrado acumular con la producción de paños
de algodón, en la primera fase del desarrollo industrial.
La industrialización no se
desarrolló en todos los países europeos al mismo tiempo. Comenzó en Inglaterra
durante la segunda mitad del siglo XVIII y continúo en Francia durante las
primeras décadas del siglo XIX. La industrialización alemana fue más tardía, ocurrió
hacia mediados del siglo XIX. En España, en Italia y en gran parte de Europa Oriental,
la agricultura siguió siendo la base económica.
Tomado de:
Alonso, M., Vázquez, E., Giavón, A., Historia. El mundo contemporáneo. Aique. Buenos Aires, 1999. Pág. 22 a 25.
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