martes, 2 de abril de 2019

UNIFICACIÓN DEL MUNDO BAJO EL CAPITALISMO


En la segunda mitad del siglo XIX, el proceso de unificación del mundo se aceleró rápidamente. Los intercambios entre las distintas regiones del planeta se hicieron cada vez más rápidos, gracias a los nuevos sistemas de transporte y de comunicación (barco a vapor, ferrocarril y telégrafo). La unificación no se registró sólo en el plano económico. Los cambios en los transportes posibilitaron el traslado masivo de personas a largas distancias, mientras que el telégrafo, por su parte, revolucionó las formas de circulación de la información.

La economía mundial creció y se diversificó como consecuencia de la demanda de viejas y nuevas materias primas por parte de los países industrializados. Además éstos países demandaban alimentos para una población que crecía y que disponía de dinero para comprarlos. Estas condiciones estimularon la incorporación de nuevas regiones productoras a la economía mundial. 

Por otra parte en las regiones proveedoras de materias primas y alimentos, los capitalistas de los países industrializados podían invertir su capital excedente, por ejemplo, en el desarrollo de la intraestructura y los transportes ligados al circuito de su comercio. A su vez, las sociedades periféricas se transformaron en mercados consumidores de los productos industrializados.

Como consecuencia, en el nuevo sistema económico mundial se diferenciaron conjuntos de países con distintas funciones. Por un lado, un centro integrado por países industrializados concentró la producción de manufacturas, de bienes de capital y de tecnología. Por otro lado, el resto de los países del planeta se especializaron en la producción de alimentos y materias primas para abastecer a los países centrales. Por esta razón, porque organizaron sus producciones económicas «alrededor» de las demandas del centro, comenzaron a ser denominadas periferias capitalistas.




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